jueves, 26 de julio de 2007

Parashat Vaetjanan


Rabino Yerahmiel Barylka

Nuestros sabios vieron en el conflicto entre Koraj y su grupo, el modelo de aquellas riñas y querellas entre las personas y los grupos, particularmente cercanos al trabajo comunitario y nacional, que no se hacen con intenciones puras. Esas luchas infructuosas que se pierden de la memoria histórica por ser intrascendentes. Nada sale ni saldrá de ellas en beneficio de nadie. Lo que le sucedió a Moshé, le ocurre lamentablemente, a muchos líderes y conductores que se sacrifican por el bien de la comunidad y de pronto tienen que invertir enorme energía para ocuparse en aquellos que empujados por elementos personales negativos, usan argumentos aparentemente lógicos y razonables, para destruir.
Veamos: "Y tomaron (gente) Koraj hijo de Itzhar… con Datán y Avirán hijos de Eliav, y On hijo de Pelet, descendientes de Rubén, y se levantaron contra Moshé con doscientos cincuenta hombres de los hijos de Israel, líderes de la congregación, miembros del consejo, personas de renombre. Se reunieron para oponerse a Moshé y a Aarón, y les dijeron: --¡Basta! ya han ido ya demasiado lejos porque toda la congregación, todos ellos son santos y en medio de ellos está el Señor. ¿Por qué, pues, ustedes se encumbran sobre la congregación de D-os? … Abrió la tierra su boca y se los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Koraj y a todos sus bienes. Bajaron vivos al sepulcro, junto con todo lo que tenían, y la tierra se cerró sobre ellos y desaparecieron de en medio de la congregación". (Bemidbar 16:1-3, 32-33).
El conflicto es un concepto social, educativo y conductual que tiene gran impacto en la vida de las personas y de la sociedad y que exige de enorme fuerza para no verse enredado en él.

Nuestros sabios categorizaron las contiendas según sus intenciones. Si se llevan a cabo para corregir los errores o para mejorar lo mejorable, son positivas. Si son producto de celos, de la necesidad de predominar, de odios, al final se pierden en la nada. Aún cuando el razonamiento pudiera oírse racional.
La mishná Avot (5:17) nos indica tomar como ejemplo de lo bello y fructuoso a las discusiones entre Hilel y Shamay y alejarnos de aquellas luchas como las que nos relata nuestra parashá. Son un ejemplo de lo peor. En la primera, en la búsqueda de la verdad, las partes persisten y perduran. Las otras son intrascendentes. En el primer tipo, el grupo se une frente a un objetivo común, en el otro, cada uno tiene un objetivo diferente, cada uno busca su porción de honor, nos enseña rabí Meir Leibush ben Iejiel Mijl, el Malbim.

El midrash Tanjumá nos ilustra explicándonos la cercanía de la parashá de tzitzit con el conflicto de Koraj, diciéndonos que éste hacía preguntas capciosas que podrían parecer inteligentes, por ejemplo, acerca de si un talit que es todo de hilo cárdeno (tejelet) necesita o no que le aten los flecos de los tzitzit, mofándose de cómo sólo 4 hilos valen más que toda una tela. Según el midrash, Koraj cuestionaba si una casa llena de libros de la Torá, necesita mezuzot que contienen sólo varios renglones del mismo texto que igualmente se encuentra allí. Podríamos encontrar algún raciocinio en esos argumentos, si hubieran sido elevados de buena fe. Pero no tiene ningún sentido buscarlos, porque a Koraj y a sus seguidores no les importaba la respuesta, sólo la exposición de sus reflexiones que podrían haber parecido a más de un incauto como originales y sinceros. Podían aparecer sofisticaciones de personas cultas. Exposiciones de quienes están buscando la pureza de la Ley. Sin embargo, presentaban también una postura teológica completa que los llevaba a oponerse a la lógica de la Halajá. Se oponían a la legitimidad de las instituciones y a la jerarquía. Con el argumento de la santidad del talit puro y de la casa llena de libros, se olvidaron que los seres humanos, necesitamos de tzizit y de mezuzot, y que no es suficiente tener libros ni telas de pureza si no estamos en el mundo del cumplimiento de los preceptos.

Koraj quizás tuvo razón cuando protestó por la concentración del poder en Moshé y en su hermano Aarón, cuando tenían la responsabilidad por todo el pueblo, tema que muchos jajamim esbozaron cuando debieron establecer las normas de la conducción comunitaria. Ambos eran hermanos. Tenían intereses y conflictos de intereses. Pero, es evidente que la intención de Koraj no era buscar normas más justas, ni pureza en las relaciones del poder.
Su interés estaba en otro lado. Pese a que hablaban en nombre de todos, nadie los había nombrado representantes. Se arrogaron de derechos que no tenían. Para Koraj lo importante era exponer su presencia y no ahorró razonamientos que le den una pátina de honor.

Así sucede en todos los conflictos. Quienes los inician se creen que llevan la representatividad de todos, pero, ellos no consultan a nadie. El fondo del conflicto no está en los conflictos que dicen defender sino en sus cuestiones personales.
Por ello no debe extrañar el aparentemente desmedido y desproporcionado castigo que recibieron. Koraj y su grupo estaba formado por personas importantes destinadas a ocupar puestos de liderato incluso en el terreno espiritual. Pero, la ambición los perdió. El castigo es ejemplar para las generaciones venideras, que no siempre parece que comprendieron el mensaje.

Hay un contraste evidente entre Aarón que buscaba hacer la paz entre las personas como tan bien lo describe Avot 1:12 buscando amenguar el fuego de los conflictos, y Koraj que los avivaba cuando no era necesario.
Incluso Moshé supo ir a buscar a Datán y a Avirán, seguido por los ancianos de Israel después que estos le hubieran despreciado desconociendo su convocatoria y agregando quejas a las ya presentadas, tal como lo leemos en el versículo 25.
El fin de Koraj y su grupo nos indica lo que sucede en este tipo de conflictos. Tal como leemos en el libro de los Proverbios (11:27-28) "El que con diligencia busca el bien, se procura favor, pero el que busca el mal, le vendrá. El que confía en sus riquezas, caerá, pero los justos prosperarán como la hoja verde".

Quienes buscan conflicto queriendo destruir, terminan destruidos. El daño que causan es luego pagado por todos. Por ello, hay que saber oponerse a quienes fomentan la discusión, el desacuerdo, los litigios que no tienen sentido, y detenerlos a tiempo. Esa oposición debe ser firme y valiente.
La opción es asimilar el camino de Aarón. En lo privado, en lo comunitario, y en lo nacional.

jueves, 19 de julio de 2007

Parashat Devarim


Rabino Yerahmiel Barylka


"Estas son las palabras [devarim] que habló Moshé a todo Israel a este lado del Jordán en el desierto, en Aravá frente al Mar Rojo, entre Parán, Tofel, Labán, Jatzerot y Di Zahav" (Devarim 1:1), dice el Midrash Raba 17:3 "no leas 'ele hadvarim', -estas son las palabras- sino 'ele hadvorim' –estas son las abejas, que mueren inmediatamente después de morder a una persona"


El quinto libro del Pentateuco contiene las palabras de despedida de Moshé, términos en los que se queja por las actitudes del pueblo, rebelde y agitador, turbulento y desobediente. Ya habíamos analizado en nuestro comentario a Parashat Pinjas el cuidado que deben tener los líderes espirituales y políticos del pueblo, incluso de la altura del hijo de la tribu de Leví o del profeta Eliahu, cuando se trata de amenazar o denunciar ante D-os al pueblo de Israel.
¿Qué sucede con Moshé?
Moshé amó al pueblo de Israel con todo su corazón. Por él, renunció al palacio de Faraón y a la posibilidad de sucederle. Era humilde y modesto. Por la solidaridad con sus hermanos, no dudó en defenderlos incluso violentamente cuando vio a alguien en peligro, arriesgando su propia existencia. Aceptó la misión divina de presentarse ante Faraón pese a que no se consideraba capaz para ello y lo hizo con amor. Después de conducir el acto libertario debe enfrentarse con su pueblo- el nuestro – de dura cerviz y finalmente llega hasta las puertas de la Tierra Prometida después de casi 40 años de vagar por el desierto y tener bajo su responsabilidad al díscolo pueblo. Y allí, al final de su vida, reúne a todos para su despedida. Los que están frente a él, ingresarán a Israel, Moshé quedará privado del sueño de su vida.
¿Qué decirle a su pueblo que se renovó generacionalmente, que debía prepararse nuevamente para cambiar de conducta, de ser esclavos e hijos de siervos, a ser una masa que recibe normas y que no tiene tierra propia, ni se puede asumir como nómada? ¿Qué plantearle a quienes se dirigen a la Tierra de Promisión, encontrándose con pueblos que obviamente no desean que lleguen y que les ofrecen resistencia? ¿Cómo dirigirse a seres que forman una masa en búsqueda de su destino colectivo sin haber encontrado el personal?
Moshé debe resolver su dilema. ¿Hablarles como líder? ¿Cómo profeta? ¿Cómo uno de ellos? ¿Halagarles y dejarles el sabor de un líder que busca su aprobación? ¿Regañarles? ¿Quejarse por lo que le hicieron?
No quería amonestarles ni castigarles, pero, sintió la obligación de despertarles. Moshé, después de los pecados y trasgresiones del pueblo, después de su derrumbe moral con el becerro de oro y sus rebeliones que no fueron contra el líder sino contra el Creador, les recuerda cual es el camino recto. Sus palabras le provocaron más dolor a él que al pueblo. Fue Moshé quien quedó sin fuerzas, agotado, al grado que no las pudo soportar. Por ello el Midrash lee dvorim –abejas- en lugar de devarim –palabras-, ya que Moshé los picó como una abeja, como un tábano, porque le urgía que no se duerman antes del comienzo de nuevas acciones que necesitan de otro tipo de fuerza moral. Sin embargo, el pueblo se recompuso de la picadura, pero Moshé no. El pueblo gracias a sus palabras sobrevivió. Moshé por su dolor, no pudo seguir viviendo y en este libro maravilloso se despide de nosotros, si se quiere prematuramente, agobiado, agotado y entristecido.
El comentario que hace Rashí sobre el versículo 5 del primer capítulo de Devarim: "al otro lado del Jordán en el país de Moab comenzó a explicar Moshé esta Torá…", diciéndonos que la expuso en setenta idiomas, queriendo significarnos que el mensaje de la Torá es válido para todas las culturas, lenguas, e idiosincrasias. No había allí personas que necesitaran tantas versiones, y eso lo sabía obviamente el clásico exegeta francés, así que la intención de su comentario debe ser otra: las palabras de Moshé interpretando la Torá e incluso reprendiendo a la generación del desierto antes de su ingreso a Israel, trascienden el tiempo y el espacio. El mensaje bíblico es universal. Cuando desde fuera se debaten los versículos, debe haber respuesta a cada contendiente filosófico, en su propio idioma, es decir en su propio código. Hay una obligación, además de conocer la Torá para cumplir los mandamientos, expresada en el dicho de "da ma lehashiv laepicoros"- la de tener elementos dialécticos para dialogar con los epicúreos de aquella época, que son los analfabetos o los post-judíos de la nuestra (pero sin sus conocimientos y sin su pasión). Es la obligación de saber confrontar las ideas, posibilidad que surge de la profundización del conocimiento y de su adaptación a los códigos de la época.

Moshé habla a su generación, y no se conforma con la amonestación. También les recuerda las normas que ya les había enseñado a lo largo de los cuatro tomos anteriores del Pentateuco. Habla a esa generación del desierto, pero su mensaje es a todos. A quienes están allí y a quienes los seguirán. A quienes pertenecen a su cultura y a aquellos que tienen otra. A los cercanos y a los lejanos en el tiempo, en el espacio, en la convicción y en la fe. A todos los que desean seguir un camino de valores.

Moshé nos enseña que debe brindársele a cada uno una respuesta diferente según sus antecedentes y según su idiosincrasia, pero todas basadas en lo escrito. Es éste un desafío nada fácil. Poder alejarse del texto para serle fiel. Innovar para guardar el mensaje y permitir su aplicación. Deducir conclusiones diferentes de las mismas letras. Hacer el texto trascendente a cada época sin traicionarlo. Discurrirlo con quienes no están de acuerdo, sin temor, para terminar afirmando la seguridad de la fe.
"Recuerda los días de antaño; considera los años de generación y generación" (Devarim 32:7), es interpretado por Jidushei Hari"m que cada generación debe interpretar al Torá según sus necesidades, usando los fundamentos necesarios para poder dar respuesta a las nuevas preguntas de cada época.

Esa es la función del líder espiritual de cada generación y de cada lugar. La Torá contiene todas las respuestas. Lo que se espera del líder es que las encuentre, las entienda, las explique y las aplique.
Cuando el profeta Isaías (44:6-8) nos dice: "Así dice D-os, Rey de Israel, y su Redentor, D-os de los ejércitos: Yo el primero, y Yo el último, y fuera de mí no hay D-os… ¿Y quién llamará como yo, y denunciará esto, y lo ordenará por mí, desde que hice el pueblo antiguo? Anúncienles lo que viene, y lo que está por venir. No teman, ni se amedrenten: ¿no te lo hice oír desde antiguo, y te lo dije? Luego ustedes son mis testigos. No hay D-os sino yo. No hay fuerte: no conozco ninguno", nos confirma que no debemos temer a nadie en la confrontación ideológica en la discusión de los conceptos y los principios de la Torá.
Es éste el mensaje de despedida del Maestro Moshé, ¡Despiértense y no cometan más errores!, ¡Tomen la ley y estudien los preceptos al grado de poder, basándose en ellos, dialogar con todos sin temor, los disidentes de afuera y de adentro! ¡Cumplan las normas que son la esencia de la ética y la moral, para nosotros, para todas las generaciones y para todos los pueblos! ¡No teman en innovar en las respuestas a las preguntas de las futuras generaciones! ¡No se encierren en las contestaciones fáciles y sin compromiso! ¡Dialoguen con quienes tienen otros códigos y decodifíquenlos para hacer comprensible el eterno mensaje de la Torá!
¡Voy a morir, y me asumo como el moscardón que les pica para mantenerles despiertos después de mi partida, para que guarden el mensaje perenne y lo distribuyan, -para que asuman sus errores y no los repitan! – nos dice Moshé, y sus últimas palabras nos obligan a todos.
Shabat Shalom desde Sión

miércoles, 18 de julio de 2007

Conferencia de Juan Lichtig, sobreviviente de la Shoa

La conferencia de Juan Lichtig tuvo lugar el pasado 14 de abril en el auditorio de la sede Alamagro, organizada por el Departamento de Educación Judía del Instituto de Tecnología ORT, que todos los años cerca de la fecha de Iom Hashoá invita a algún sobreviviente a dar su testimonio.

Este tipo de conferencia, más allá de ilustrar el período histórico y el advenimiento del nazismo al poder, permite a los alumnos tener contacto con personas que pasaron por ese atroz período de la humanidad. Lichtig dejó su mensaje de lucha contra todas las manifestaciones de xenofobia y racismo, y en favor de la convivencia pacífica de todos los pueblos.

lunes, 16 de julio de 2007

El complot de los médicos: una reflexión sobre el terrorismo contemporáneo

Por Julián Schvindlerman
Colaborador de Comunidades

En los trece años transcurridos desde el atentado contra la sede de la AMIA-DAIA en nuestro país hasta los recientes atentados fallidos en Inglaterra, el terrorismo ha ampliado su impacto global, ha aumentado su grado de letalidad y ha agigantado su nefasta espectacularidad. Los ataques del 11 de septiembre de 2001 marcan un antes y un después en la historia universal del terror, y el prospecto contemporáneo del terrorismo nuclear crea un horizonte, precisamente, aterrador, en lo relativo a amenazas a la paz y a la seguridad mundiales. La mera posibilidad de concebir a la más avanzada tecnología al servicio de un método tan destructivo (hoy en manos de la más retrógrada y fanatizada de las ideologías) nos obliga a reevaluar nuestras premisas más convencionales en lo referente a como lidiar con este agravado y urgente desafío internacional.

Y sin embargo, en tanto que el terrorismo ha crecido y se ha convertido en un problema casi cotidiano, y en tanto que se encuentra empleado hoy en día principalmente por militantes religiosamente tan radicalizados como geopolíticamente ambiciosos, es decir, por fundamentalistas islámicos que aspiran a la renovación global del califato de antaño, en tanto la amenaza aumenta y sus propagadores dan signos de intención y motivación cada vez más alarmantes, el resto de nosotros, las víctimas actuales y potenciales de la ira terrorista islamista, damos crecientemente signos de abatimiento, confusión y titubeo. El hecho de que todavía, ni jurídica ni diplomáticamente se haya podido consensuar una definición única de terrorismo es un lamentable testimonio a la falta de determinación imperante. Ni las Naciones Unidas, ni el Estatuto de Roma creador de la Corte Penal Internacional, ni la Convención Interamericana contra el Terrorismo ni ningún otro foro mundial o institución internacional ha logrado aglutinar un consenso lo suficientemente mayoritario o lo suficientemente sólido como para estipular lo obvio debido a la oposición de naciones subdesarrolladas que por décadas han estado desvirtuando la esencia de una simple verdad: terrorista es todo aquél que ataca de manera deliberada, con finalidades políticas o religiosas, y recurriendo al uso de fuerza letal, a civiles indefensos. La fraudulenta noción de que el terrorista para uno es un luchador por la libertad para otro debería de una buena vez ser descartada; tal como debería ser desechada la igualmente falsa idea de que la pobreza y la desesperación son factores decisivos en la gestación del terrorista moderno. Quienes masacran a civiles indefensos no tienen en mente a la libertad, ni arrojan su vida al Otro Mundo para mejorar la condición material de éste.

Pero si en los campos de la ley y la diplomacia reina soberana la indecisión, en el área del periodismo gobierna impunemente la cobardía. Y pocos casos retratan tan fielmente la penosa situación actual como la cobertura mediática de los últimos atentados frustrados en Glasgow y Londres. He aquí el titular de un influyente matutino local: “Gran Bretaña: los médicos en la mira”. ¿Los médicos? Desde que The Times informara que un líder de Al-Qaeda en Irak había anunciado el ataque a objetivos británicos de esta forma “Aquellos que te curan te matarán”, ya no hubo manera de frenar la avalancha de noticias cuyo eje fuera la medicina, no el Islam fundamentalista. Numerosos cables de noticias de agencias internacionales fomentaron el mismo tema, en un clásico ejemplo: “Ayer se supo que cinco de los ocho detenidos desde el sábado último son médicos, según confirmaron fuentes policiales, revelación que causó conmoción”. ¿¡Y como no habría de causar conmoción!? ¡Que médicos estuvieran complotando desde Irak para golpear en Inglaterra sería tan escalofriante como que arquitectos estuvieran complotando desde Marruecos para golpear en España, o como que pintores libaneses planificaran atentados contra la Argentina! Esta obvia y pueril manera de desviar la atención de la opinión pública a propósito del verdadero perpetrador de los ataques ya trasciende la mera corrección política; de por sí ya muy perniciosa. Este es un acto de cobardía. Es un acto deliberado de fingir incomprensión. Es un engaño activamente promovido hacia los cuatro puntos cardinales por profesionales deshonestos; consigo mismos y con el resto de nosotros. A diferencia de los diplomáticos y los juristas que han enfrentado la oposición sostenida de países renuentes a definir el terrorismo, los periodistas del mundo libre gozan de total libertad de expresión. Condicionados por las convenciones de un gremio altamente ideologizado, eligen desinformar.

Como resultado de todo ello, estamos cada vez más lejos de poder articular una estrategia de defensa coherente frente a la amenaza del terrorismo transnacional. Mientras que los diplomáticos sean incapaces de definir quién es un terrorista, y mientas que los periodistas simulen no saber distinguir a un terrorista de un médico, difícilmente pueda surgir la convicción -y de allí en más la determinación- en las sociedades libres de que combatir y destruir a este mal es, después de todo, posible.

jueves, 12 de julio de 2007

Parashat Matot Masei

Por el rabino Yerahmiel Barylka

En las tres semanas que van desde el 17 de tamuz hasta el 9 de av, conocidas con el nombre bein hametzarim – entre las angosturas del asedio-, (yo prefiero traducirlas, las tres semanas de bloqueo) denominación tomada del libro de Eijá – Lamentaciones-, se acostumbran diversas acciones que recuerdan la destrucción del Templo de Jerusalén. En esos días se leen haftarot que contienen diversas profecías, referidas a la destrucción y a las causas que la provocaron.

Desde el primer día de av, según la costumbre ashkenazí o desde el primer día de la semana en la que acaece el 9 de av según la tradición sefardí, reducimos toda acción que conlleve alegría, incluso las negociaciones, la construcción y las plantaciones. No se acostumbra ir al mar, o a la alberca, ni lavar la ropa o plancharla. Ni siquiera bendecimos la luna nueva. Y no porque ello traiga mala suerte, como algunos piensan, sino a causa que el duelo por la destrucción debe ser lo suficientemente tangible como para no pasar desapercibido en lo cotidiano.

Después de Tishá Beav, comienzan las siete semanas de consolación en las que se leen haftarot con profecías de Ieshaiahu. También este shabat, como el pasado, la lectura pertenece al profeta Irmiahu que contiene versículos de la destrucción y de consuelo. En la haftará de este shabat leemos: "Y no dijeron: ¿Dónde está H', que nos hizo subir de la tierra de Egipto, que nos hizo andar por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y sombría, por una tierra por la cual nadie pasa, ni nadie se asienta?" (2:6), finalizando, en la mayoría de las sinagogas, con el versículo 4 del capítulo siguiente: "A lo menos desde ahora, ¿no clamarás a mí, Padre mío, el amigo de mi juventud?".

En pocas generaciones los judíos habían olvidado la antes tan predominante Presencia divina. Ya que de otra manera, seguramente no se hubieran apartado del camino al extremo de traer sobre sí mismos la destrucción. Este shabat leeremos las parashot Matot y Masey con las que finaliza el libro de Bemidbar, trayéndonos las últimas referencias al largo viaje y a las rebeliones de nuestros antepasados por el desierto que se extendió por 40 años. Es evidente que la lista con esos detalles y lugares geográficos que la mayoría de los que asisten a la lectura de la Torá ni siquiera saben dónde están ubicados, es larga y aburrida. La Torá que no tiene ni una letra que sobre o que falte, hubiera podido saltearse esos detalles. Sin embargo, las enumera hasta el cansancio. Rambam, (este gran sabio nacido en 1138 en Córdoba, España y fallecido a fines del año 1204, hace poco más de ochocientos años, nos salva nuestra perplejidad, cuando nos dice que todos los milagros y maravillas que sucedieron fueron reales para la generación que los presenció, pero las que siguieron, no pueden percibirlas propias sin un recordatorio. Rambam temía al olvido de aquellos que no habían estado allí. A ello debemos agregar que el mismo Rambam destaca que el largo peregrinar por el desierto no fue porque los ex esclavos no conocían el camino de salida, sino que allí quedaron –al pi H'- por decisión divina y que los lugares enumerados permiten ilustrarnos más que claramente que no se movían como los beduinos que siempre encuentran sustento guiados por su perspicacia histórica en el desierto. Hubo allí una decisión que los obligó a permanecer allí y nosotros debemos ser conscientes de ella.

Nuestra realidad, varios siglos después que el eximio filósofo escribiera sus palabras, es mucho más grave. En nuestros días, no recordamos pocos meses después, las maravillas y portentos que vivimos, como tampoco somos capaces de guardar en la memoria las desgracias más terribles por las que pasamos. Cierto, la desmemoria tiene ventajas. Sin ella nuestra existencia sería muy difícil. Nos limpia el camino de los dolores del pasado. Nos permite mirar al futuro. Pero, si bien ello puede ser válido en el nivel personal, no lo es en el nacional. Ello es lo que nos trata de decir Maimónides: dejen marcas claras, imborrables, concretas de los sucesos constituyentes del pueblo judío, que sirvan para evitar la desmemoria colectiva y los intentos de quienes desean reescribir la historia. Cuando en nuestros días el mundo islámico trata de borrar todo rastro judío en el Monte del Templo y nos acusa, como en tiempos pretéritos, de haber falsificado las escrituras para demostrar nuestros derechos, no hace nada nuevo. La historia es siempre escrita por los vencedores y la mentira de tanto ser repetida se hace "verdadera" aún cuando vaya contra la naturaleza e intente demostrar lo indemostrable. En nuestra época hay también intentos de reescribir el presente y esos intentos no sólo vienen de lejos sino también de nuestras propias filas.

Peor aún, cuando todavía se encuentran entre nosotros sobrevivientes del Holocausto, muchos de ellos con sus números indelebles grabados en su piel, aumentan quienes desean desmentirlo y logran crear la confusión entre propios y extraños. Si no recordamos lo que es el presente de muchos que se encuentran entre nosotros, no podremos recordar el pasado de quienes ya no están.

Por eso viene la haftará de esta semana a completar la larga enumeración geográfica de las expediciones de la generación del desierto que ni siquiera pudo ingresar a la tierra prometida, reclamando que las personas que vivieron en el tiempo anterior a la destrucción del Primer Templo "no dijeron: ¿Dónde está H', que nos hizo subir de tierra de Egipto, que nos hizo andar por el desierto, por una tierra desierta y despoblada, por tierra seca y de sombra de muerte, por una tierra por la cual no pasó varón, ni allí habitó hombre?", ya que si lo hubiera podido decir hubieran alejado la destrucción.

Pero… en esas tierras desiertas y desoladas, secas y lóbregas, por la cuales no pasó individuo, ni moró hombre, vagamos en muchos momentos de la historia y sin embargo, pudimos salir de allí y prepararnos para la Redención.

Por eso mismo, el profeta, en la lectura de la semana anterior, nos habla de la otra memoria, del otro recuerdo amable: "De ti recuerdo tu misericordia juvenil, del amor de tu desposorio, cuando me seguiste en el desierto, en tierra en que nada se siembra". Teniendo presente el pasado, garantizamos el presente y nos preparamos para un futuro mejor. Para la Redención verdadera que llegará con amor y misericordia, en nuestros propios días.

Shabat Shalom desde Sión.

martes, 10 de julio de 2007

Recuperar la disuasión

Por Natalio Steiner
co-director de Comunidades

La segunda guerra de El Líbano que estallara ya hace casi un año será recordada como el conflicto militar en el cual Israel perdió su fuerza disuasiva.Los enemigos de Israel parecen ya no temerle a pesar de la superiodidad militar y estratégica del estado hebreo. Desde la Franja de Gaza caen misiles Kassam aún a pesar del cese de fuego y los terroristas palestinos se niegan a liberar a Guilat Shalit aún a pesar de la disposición israelí a liberar a centenares de terroristas palestinos o sus colaboradores. En el Líbano el Hizbollah continua recibiendo armas de contrabando de Siria y no hay novedades de los soldados secuestrados. Debido a que la disuasión se basa en una imágen de poderío militar y operatividad todo indicio de debilidad es visto por los enemigos como una gran oportunidad.

Una guerra sin resultado claro como la de El Líbano es considerada por el enemigo como si el ejército hubiese perdido su fuerza y capacidad fortaleciendo la confianza de ciertos regímenes hostiles acerca de que es posible derrotar a Israel. A pesar del daño que Israel causó a las milicias del Hizbollah la organización demostró una significativa capacidad de resistencia. Por otro lado la retirada total de tropas israelíes de Gaza luego de por los menos seis meses sin haber conseguido la disminución de disparos de misiles Kassam, alcanzó para que el Hamas crea que con sus bombardeos se puede mantener activa la lucha contra el ocupante israelí y que tarde o temprano se podría lograr la evacuación de la población civil de la castigada Sderot.

En la zona norte la rápida dispocisión israelí por aceptar un acuerdo de cese de fuego en el Líbano sin haberse logrado la liberación de los soldados es otro golpe al poder de disuasión.Cuando Israel más intenta congraciarse con europeos y norteamericanos acerca de su voluntad negociadora, Hizbollah interpreta esto como un freno al ejercito israelí que le permite continuar con el cautiverio de los soldados a pesar de la resolución de ONU 1701 que insta a su liberación. La lógica preocupación de Israel para disminuir el riesgo de pérdida de vidas de sus soldados en el campo de batalla es interpretada por sus enemigos como un descenso en la dispocisión israelí para generar sacrificios por seguridad..

En los años 70 los bombardeos israelíes contra objetivos terroristas incrustados en el seno de la población civil jordana causaron que esta última se oponga a los terroristas.Ello generó que el ejercito jordano en lugar de luchar contra Israel atacara a los propios palestinos.En los mismos años 70 los ataques aéreos israelíes contra bases terroristas palestinas en el sur de El Líbano provocaron que los chiitas ataquen a las fuerzas de Arafat. Este tipo de situaciones no logró generarse durante el transcurso de la segunda guerra del Líbano sino que por el contrario se elevó el "prestigio" de Hizbollah.

Son lecciones que Israel debiera aprender para recuperar su poder de disuasión debilitado también por políticas internas erróneas y que Israel no debiera dejar de aplicar en la compleja trama de intereses en el Medio Oriente.

miércoles, 4 de julio de 2007

Y el mundo descubrió al terrorismo...

Por Julián Schvindlerman
Colaborador de Comunidades

“No hay diálogo con estos terroristas asesinos”, espetó el presidente palestino Mahmoud Abbas al definir su política hacia el Hamas que acababa de capturar la Franja de Gaza. Fue un “atentado terrorista”, afirmó el secretario-general de las Naciones Unidas Ban Ki-Moon al condenar al ataque sufrido por tropas de la FINUL en El Líbano en el que soldados españoles resultaron muertos.

Las razones por las que, esta vez, la ONU y Abbas han llamado “terroristas” a los perpetradores de tales actos, obedecen puramente a motivaciones políticas egoístas: esta vez han sido ellos mismos las víctimas del embate terrorista. La ONU tiene un largo y tristemente célebre récord de encubrimiento del terrorismo árabe anti-israelí y anti-occidental, inaugurado en el año 1972 en ocasión de la adopción de la primer resolución referente a esta cuestión, cuyo título elocuentemente ha ilustrado la posición oportuna de la Asamblea General respecto de este fenómeno criminal: “Medidas para prevenir el terrorismo internacional el que pone en peligro o toma vidas humanas inocentes o pone en jaque libertades fundamentales, y estudio de las causas subyacentes de esas formas de terrorismo y actos de violencia que yacen en la miseria frustración, pena y desesperanza y las que motivan a cierta gente a sacrificar vidas humanas, incluso las propias, en un intento de producir cambios radicales” (Res. 3034/XXVII).

Esta formulación orwelliana fue instigada por el bloque árabe/musulmán y tercermundista que procuraba justificar los actos de los “luchadores por la libertad” palestinos, entre cuyos líderes figuraba Mahmoud Abbas. Hoy, cuando facciones palestinas disidentes atacan a las filas de Abbas en lugar de a los israelíes, éstos ya dejan de ser luchadores por la libertad para convertirse en “terroristas asesinos”. Y poco parecen impactar en Abbas “las causas subyacentes” del terrorismo, sean éstas la “miseria”, la “frustración”, la “pena” o la “desesperanza” como tan sufridamente explicaba la propia ONU en 1972 y como tan habitualmente los propios palestinos y sus lamebotas en Occidente han postulado ante cada atentado atroz contra civiles israelíes, principalmente desde 1994 en adelante. A propósito de lo cuál resulta también muy contrastante la categórica afirmación del actual secretario-general; definición que además de tomar distancia de la propia historia institucional tardíamente, es errada, pues, en rigor a la verdad, el atentado contra FINUL en junio último fue una operación de guerrilla -no de terrorismo- dado que el objetivo fue militar y no civil. Eso no le quita gravedad ni minimiza el repudio que sentimos al respecto. Tan solo nos indica cuán oportunista e hipócrita la ONU puede llegar a ser en los asuntos relativos a la violencia política mesooriental.

De a poco le fue llegando a cada uno. Comenzó en el Medio Oriente contra los “infieles”. Se empeño luego en ataques contra objetivos en Israel. Gradualmente se fue perfeccionando en letalidad y reiteración llegando a golpear en otras partes del mundo, para finalmente globalizarse por completo. Londres y Madrid, con sus pobladores habitualmente tan simpáticos hacia el sufrimiento palestino, tan apologistas de sus actos de “resistencia”, tan condenatorios de la autodefensa israelí, finalmente probaron el sabor amargo del terrorismo suicida islamista. Moscú, cuya política exterior por décadas ha sido arabista, padeció el horror terrorista islamista en Chechenia y en su propia capital. Arabia Saudita, Egipto, Jordania, El Líbano, Pakistán, Indonesia y Túnez; todos ellos defensores de la causa palestina y sus métodos de “liberación” non-sanctos, algunos de ellos promotores de la ideología fanática del Islam radical, también han sido golpeados al final del camino por la avalancha terrorista islamista. Debieron haberlo sabido: quien siembra vientos, cosecha tormentas.

En fin, en tiempos en los que publicar una determinada caricatura, escribir sobre ciertos temas políticamente incorrectos, o sencillamente abordar un avión o un autobús se han convertido en actividades de alto riesgo, en tiempos en los que oímos la denuncia pérfida de los que ayer nomás justificaban lo aberrante, es dable recordar la génesis de este ciclón de barbarie y extremismo. Es importante que jamás olvidemos que el monstruo no se alimentó solamente de su propio fanatismo, ni engordó hasta la obesidad por su propio salvajismo, sino que fue creciendo también bajo el aliento irresponsable de los oportunistas, que se agigantó con la aprobación obtusa de los necios, y que avanzó -y seguirá avanzando- por el beneplácito impío de los cobardes.

Sí, Sr. Abbas, Ud. tiene razón. Los militantes de Hamas son terroristas asesinos. Y hace Ud. bién, Sr. Ki-Moon, en repudiar en nombre de la ONU la violencia política en la región. Lo que lamentamos -desde hace un largo tiempo muchos de nosotros, y de ahora en más también lo lamentarán Uds- es que hayan hablado tan a destiempo.

martes, 3 de julio de 2007

Sobre la negación del Holocausto y los negadores (segunda parte de tres)

Fragmento del artículo Consideraciones sobre la negación del Holocausto y los negadores, del profesor Abraham Zylberman (febrero 2007).

¿Por qué se creó el mito?

La creación del mito de la negación de la Shoá y su difusión, siguiendo la tesis de Rajel Hodara (La negación del Holocausto), fue responsabilidad de cuatro elementos principalmente, que a veces funcionaron en forma conjunta y otras, separada:

-Israel, los sionistas y el pueblo judío en general, impulsados por tres objetivos: a) inculcar sentimientos de culpa en los pueblos del mundo obteniendo de este modo el permiso de estos últimos para apoderarse de la tierra de Israel; b) extorsionar económicamente al pueblo alemán; c) justificar el inmenso e ilógico apoyo que prestan los Estados Unidos a Israel.
-La ex Unión Soviética, para impedir el fortalecimiento de Alemania y levantar obstáculos en el camino hacia la unificación de Europa.
-Los Estados Unidos, que necesitaban justificar sus propios crímenes, cometidos especialmente durante la Segunda Guerra mundial y posteriormente en Vietnam. Además, por medio de la difusión del mito, el gobierno americano explicaba los enormes gastos en que incurría para mantener sus fuerzas en Alemania.
-Elementos interesados en agudizar la decadencia de Occidente mediante la emigración de una multitud de africanos y asiáticos.

¿Quiénes son los negadores y cuáles son sus argumentos?

Los negadores pueden clasificarse en: nazis veteranos que se proponen presentar al nazismo y a su líder bajo aspectos positivos; antisemitas fanáticos; quienes quieren liberar a Alemania de la acusación de país agresor; y círculos neonazis y neofascistas que ven en la Shoá un obstáculo para la reivindicación de sus ideologías.

Sus argumentos fueron creados sistemáticamente para apoyar la negación de la Shoá. Para ellos, todo el material histórico existente no es más que una colección de documentos falsificados, expedientes e informaciones tendenciosamente interpretados en perjuicio del Tercer Reich y testimonios reunidos en forma inaceptable.

Estas tesis descabelladas podrían ser masivamente asimiladas, si no se toman medidas para garantizar que la historia no se tergiverse en aras de los intereses obscuros de los negadores de la Shoá.

La primera parte de este artículo está disponible en http://orteducacionjudia.blogspot.com/2007/06/sobre-la-negacin-del-holocausto-y-los.html