jueves, 29 de mayo de 2008

Parashat Bemidbar

Sábado 31 de mayo

Rabino Yerahmiel Barylka


Este shabat iniciamos el cuarto libro de la Torá que si bien se llama en lenguas latinas Números, la palabra hebrea bemidbar significa estar en el desierto. El midrash, en Bemidbar Rabá 1, 7, nos dice que "La Torá nos fue entregada a través de tres toques: Fuego, Agua y Desierto. El rabino Meir Shapira de Lublin, nos recuerda que desde que recibimos la Torá debimos pasar en muchas oportunidades por las pruebas de fuego y agua y sentirnos en el desierto de las naciones. El agua y el fuego destruyeron nuestros cuerpos y mataron a nuestros hermanos pero no pudieron acabar con el espíritu. »Cuando ustedes oyeron la voz que salía de la oscuridad, dice la Torá en Devarim 5: 23, mientras la montaña ardía en llamas, todos los jefes de sus tribus y sus ancianos vinieron a mí y me dijeron: "H' nuestro D-os nos ha mostrado su gloria y su majestad, y hemos oído su voz que salía del fuego. Hoy hemos visto que un simple mortal puede seguir con vida aunque D-os hable con él". Hemos oído la voz de H' que salía del fuego –al que fuimos sometidos- y seguimos con vida.
Nuestro nuevo libro –Bemidbar- nos viene a decir que también superaremos la prueba del desierto. No en vano nos dijo el profeta Irmiahu (2:2) "Recuerdo el amor de tu juventud, tu cariño de novia, cuando me seguías por el desierto, por tierras no cultivadas". Entre otras razones, ésta es una por la cual no quiero usar el nombre Números para este libro, el cuarto, de nuestra Torá.

Bemidbar comienza con el censo de la población antes de su ingreso a la Tierra de Israel. ¿Cuál es la naturaleza de esa cuenta? ¿Qué necesidad teníamos de ser numerados? Como sabemos, ya se había llevado a cabo un censo tal como aprendimos en el libro Shemot y ahora se repite. Pese a que habían transcurridos varios meses entre ambas cuentas, la suma fue exactamente la misma. Acerca de este tema no nos vamos a detener sino para destacar, que, aparentemente entre las fechas marcadas no se produjo ningún deceso y que los que tenían 20 años, fueron contados a partir de una fecha determinada, como se usa para los actos electorales en nuestra época y no según el día del nacimiento. Es conocida la explicación que uno cuenta muchas veces las cosas que ama. El pueblo de Israel en proceso de formación, era amado por H', que lo demostraba sometiéndole a cuentas, a sumas, a balances y estadísticas.

En la Parashá de esta semana, Parashat Bemidbar, la Torá nos ordena llevar a cabo un censo del pueblo antes que se apresten ingresar a la Tierra de Israel. "H' habló a Moshé en el desierto de Sinaí, en la tienda de reunión, el primer día del mes segundo, en el segundo año de su salida de la tierra de Egipto y le dijo: "Haz un censo de toda la congregación de los hijos de Israel por sus familias, por sus casas paternas, según el número de los nombres, de todo varón, uno por uno; de veinte años arriba, todos los que pueden salir a la guerra en Israel, tú y Aharón los contarán por sus ejércitos". Cuando nos describe la naturaleza este censo, la Torá apunta al término "Lemishpejotam," -por sus familias-. La palabra destaca la diferencia entre el censo pedido en esta Parashá y el primero que aparece en Shemot 30:12 "Cuando hagas un censo de los hijos de Israel para contarlos, cada uno dará a H' un rescate por su persona cuando sean contados, para que no haya plaga entre ellos cuando los hayas contado"…"El rico no pagará más, ni el pobre pagará menos del medio siclo, al dar la ofrenda a H' para hacer expiación por sus vidas". "Tomarás de los hijos de Israel el dinero de la expiación y lo darás para el servicio de la tienda de reunión, para que sea un recordatorio para los hijos de Israel, delante de a H', como expiación por sus vidas."

En el padrón de Bemidbar, cada tribu fue censada individualmente y solamente después del censo total del pueblo se pudieron divulgar las cifras finales. En Shemot, el número fue registrado sin ninguna división. Se contó a todo el pueblo como una unidad. La Torá no nos trae la cantidad de personas por tribu en forma individual. ¿Por qué el pueblo fue contado como una unidad en Shemot y en Bemidbar dividiéndole entre las tribus?
Encontré la bellísima respuesta a la pregunta en las enseñanzas que nos brindó Rav Iaakov Kamenetsky (1891-1986), el prominente rosh yeshivá y talmudista que desde 1937 y hasta su fallecimiento, fuera uno de los líderes del judaísmo estadounidense. El maestro z"l nos enseña que antes que comenzara la construcción del mishcán, H' no deseaba que pueblo comience a identificarse solamente con sus tribus y no consideren que el pueblo de Israel es una unidad colectiva. Eso es normal en todos los grupos, que se unen más entre los que son cercanos y olvidan de pronto que son sólo parte de un todo. En este caso, si tienen que entrar a una nueva tierra y aceptar un solo centro de culto, ello es fundamental. Pero, después que se terminó de edificar el mishcán, ya le había quedado muy claro a todos donde debe estar su foco - en el centro espiritual del judaísmo, el mishcán, donde todos los judíos estuvieron de acuerdo para adorar juntos a H'. Por lo tanto, ya no había el riesgo que clal Israel se separara en pequeños grupos individuales. Lo que sigue siendo confuso es por qué era necesario en el primer lugar tener tribus separadas. ¿No habría sido mejor tener un grupo grande de judíos en comparación que tener que ocuparse de las secciones separadas de judíos? La respuesta pareciera ser que diversas personas adoran a H' de distintas maneras. Hay los que prefieren cantar y bailar a su manera en la tefilá, buscando gozar de una dveikut intensa, el entusiasmo sin medida en la conexión espiritual, con H'. Contrariamente, hay los que prefieren tener un servicio religioso más rápido y pasan más tiempo estudiando y buscando las más íntimas profundidades de la Torá y aceleran en sus plegarias. Hoy debemos aprender a respetar a cada estilo particular. Así aprendimos de las tribus diversas, que también tenían caminos distintos para servir a H'. Cada tribu tenía sus propios estilos y costumbres –minhagim- que los diferenciaban del otro. En los primeros tiempos de Israel, el riesgo del tener tribus separadas era grande y la recompensa era mínima. Bajo estas condiciones, los hijos de Israel debían ser tomados y censados como un grupo. Sin embargo, el tiempo pasó y las personas se interconectaron por lo que obtuvieron la gran recompensa de tener tribus separadas con costumbres distintas cuyas ventajas compensan por lejos los riesgos posibles de desunión.

En nuestros días, debemos determinar en cada comunidad, en cada país en qué etapa histórica nos encontramos. ¿Podemos seguir adorando a H' según los caminos de cada familia, las costumbres de cada uno o deberemos volver a unirnos previamente, bajo un ritual único? ¿Sefardíes y ashkenazíes deberán dejar sus sidurim para armar uno nuevo? ¿Jasidim y Mitnagdim deberán abandonar sus filosofías para adoptar la del otro?
El desafío es seguir siendo miembros del mismo grupo, aún cuando queramos y necesitemos seguir como integrantes tribales las costumbres de nuestros padres. No es fácil pero es posible. Hay que intentarlo, ya que nos enriquece a todos. Para ello viene esta parashá.

Shabat Shalom desde Sión,