jueves, 27 de marzo de 2008

Parashat Shemini

Sábado 29 de marzo

Rabino Yerahmiel Barylka

“…Los refinaré como se refina la plata, Y los probaré como se prueba el oro. Invocarán Mi nombre, Y Yo les responderé; Diré: 'Ellos son Mi pueblo,' Y ellos dirán: H’ es mi D-os."
Zejaria 13:9


En nuestra época, no existe un tribunal que imponga la obligatoriedad del cumplimiento de los preceptos. No sólo eso, sino que observar las ordenanzas, particularmente, en los países de la dispersión, no coincide con la actitud de la mayoría de la población, que tiene otras normas. Por eso, la persona que elige, sin que haya ni siquiera una obligación social, el cumplimiento de las normas de la Torá, (muchas veces también a cambio de un dispendio de dinero que otros no tienen que hacer y de renuncias), escoge aceptar el servicio a H’. Para ello, necesita también superar impulsos naturales y luchar contra tentaciones sumamente atrayentes y triunfar.

Las normas de la pureza de la mesa, son particularmente difíciles en la vida social en aquellos lugares donde se comparten negocios o estudios con quienes no respetan esas normas, o porque no son judíos y por lo tanto no están obligados, o porque han decidido no someterse a ellas. Sin embargo, quien las cumple, lo hace por una decisión consciente. Hacerlo implica una elección. Como todas las elecciones ésta también tiene costo. ¿Cuál es su beneficio? ¿Acaso mejorar la dieta? ¿Comer más sano? No es esa la intención de la norma establecida por la Torá. Después de todo podríamos preguntar junto al midrash ¿si acaso le interesa al Santo Bendito que los judíos coman sin que el producto se haya faenado según lo que él estableció, o que la shejitá se haga desde la rodilla o el animal se desangre de una puñalada? Y la respuesta que da es que las normas de ese tipo fueron dadas fundamentalmente para refinar al pueblo de Israel. Todas las explicaciones que se intentan son interesantes, pero, el principio está ubicado en la búsqueda de un sistema que permita la distinción de las personas.
¿Cómo se logra ese refinamiento? ¿Cómo se obtiene esa pulcritud que permite, en las palabras del profeta, que pueda proclamar: 'Ellos son Mi pueblo,' para que ellos digan: H’ es mi D-os.'"?

El último capítulo de nuestra parashá, trata de la pureza en los alimentos, en el contexto que fijan los versículos (11:44-45): “‘Porque Yo soy H’ su D-os. Por tanto, conságrense y sean santos, porque Yo soy santo. No se contaminen, pues,... 'Porque Yo soy H’, que los he hecho subir de la tierra de Egipto para ser su D-os; serán, pues, santos porque Yo soy santo.'"
Los capítulos anteriores nos hablan del mishcán y de los sacerdotes –los cohanim- ocupados de las ofrendas sagradas que tienen todos como objetivo la santidad. Nuestro maestro Bajeiey nos aclara que esta santidad que nos fue concedida más que a otros pueblos, no nos es intrínseca. En otras palabras, no nacemos con ella. No es un regalo. No es un privilegio. Es el resultado de seguir el camino que nos marcan la Torá y los preceptos. Y agrega, que aquellas mitzvot que nos limitan en nuestras relaciones, nos prescriben oraciones y ayunos, nos inducen a dar tzedaká y ayudar al prójimo, están destinadas a debilitar nuestro deseo y nuestra codicia.

Nuestra santidad no nace con nosotros por ser hijos de Abraham, Itzjak y Iaacov. Es funcional, ya que deriva de nuestra posibilidad de establecer una disciplina en nuestra conducta cotidiana que nos enseñe a abstenernos de aquellas actitudes prohibidas. Procede de hacer prevalecer nuestra fuerza intelectual y cognoscitiva, para que a través de ella podamos decidir inteligentemente cuando nos encontremos frente a dilemas. Nosotros, no tenemos ventaja sobre nadie, ni somos mejores que otros pueblos, excepto nos comportemos según las normas que recibiéramos.
Para eso fuimos elevados de Egipto. No sólo salimos de la esclavitud sino nos han “hecho subir de la tierra de Egipto” para poder seguir a H’. Si el Éxodo fue una epopeya milagrosa, casi imposible (también porque nuestros antepasados no fueron muy cooperativos en la lucha contra los sojuzgadores), salir se sale. Lo que no se logra sino por otros medios es elevarse. Uno puede salir de la esclavitud de un opresor y caer en las manos de otro. Para lograr la libertad, es necesario elevarse.

Tampoco los cohanim tienen este estatus de santidad absoluta, excepto lo logren con sus actitudes y con sus conductas. No podía ser más trágica la muestra que nos trae la parashá cuando nos relata la muerte de los hijos de Aharón, aparentemente por no haber comprendido dónde estaba la santidad. Hay en ese fragmento una reverberación entre santidad y humanidad. Repercusión dolorosa, misteriosa, difícil de entender, pero, relacionada, sin duda a las circunstancias del aprendizaje por la vía más dura.
En esos sucesos, Aharón enmudece. Su silencio es el grito más fuerte que jamás alguien pudo haber expresado con palabras. “Entonces Moshé dijo a Aharón: "Esto es lo que H’ dijo: por los que se acercan a Mí, santificaré y en presencia de todo el pueblo seré honrado.'" Y Aharón enmudeció” (10:3). La santificación, en esas palabras que suenan tan arduas a nuestros oídos, proferidas por Moshé frente al duelo de su hermano, nos marcan que los más exigidos son los más cercanos. ¿Son una explicación? ¿Pretenden ser consuelo? ¿Insinúan una falta? ¿Sugieren un sacrificio de los mejores?

Aharón, no puede expresar su sentimiento fraterno, cuando también tiene una función nacional. ¿O, acaso, se siente culpable?
En los diálogos siguientes entre los hermanos podríamos encontrar una línea de respuesta: “Aharón respondió a Moshé: --He aquí que ellos han ofrecido hoy su sacrificio por el pecado y su holocausto delante de H’, y a mí me han acontecido estas cosas. Si yo hubiera comido hoy de la ofrenda por el pecado, ¿habría sido acepto a los ojos de H’? Moshé oyó esto, y le pareció bien” (10:19-20). Moshé oyó y la guemará en Zevajim 101 b, nos enseña: “Oyó, e hizo oír a todo Israel que hoy había aprendido una halajá de su hermano Aharón”. La halajá es que un cohen onen (que está en la primera etapa del duelo) no come de las ofrendas en el día del sepelio. Moshé, conocedor de todas las normas, exigió demasiado de su hermano, y falló en comprender la humanidad del dolor. En esa tragedia aprende de su hermano, del que había enmudecido. Si bien, el ejercicio sacerdotal implica una entrega total al extremo que no se debe participar en el sepelio de los cercanos, su sentimiento no puede ser reprimido. Escondida se encuentra la esposa de Aharón, Elisheva, cuyos cinco motivos de alegría, enumerados por el Talmud en Zevajim 102 a, quedaron chicos frente al duelo por la muerte de sus hijos.

La plata se refina con fuego. Las personas se refinan con el dolor. Pero, también a través del establecimiento de límites concretos. No son los sacrificios los hacen que seamos perdonados, sino el elevar las ofrendas como parte del mandato divino. La indulgencia es producto únicamente de la decisión divina.
La santidad se logra renunciando al egoísmo y sometiéndose al camino ordenado como sistema para lograr la libertad interior, sin siquiera buscar su racionalidad. La misma se encuentra en la obediencia.
El someternos a los límites, nos evita pasar por el fuego. El mandato no es inmolarse para ser santos. Es vivir plenamente dentro de la norma.
Cuando bendecimos: “asher kidshanu bemitzvotav” antes de cumplir un mandamiento– que nos santificamos con Sus preceptos- decimos casualmente eso: es la norma lo que nos santifica. Es aceptarla tal cual es lo que nos refina.

Shabat Shalom desde Sión,

miércoles, 19 de marzo de 2008

Parashat Tzav

Sábado 22 de marzo


Rabino Yerahmiel Barylka

Si nos esforzáramos un poco en la lectura de la Torá, podríamos llegar a descubrir infinitas enseñanzas que se encuentran veladas en el texto.
Durante muchos años nos acostumbramos a estudiar traduciendo y ese esfuerzo no nos permitía siquiera analizar el tema que analizábamos, excepto muchos años después. Pero, aún aquellos que aprendieron hebreo desde jóvenes y estudiaron Torá en su idioma, si no prestan especial atención, pueden pasar por alto las enseñanzas que se derivan del modo en el que están escritas las anécdotas y las mitzvot.
En unos pocos versículos de nuestra parashá, -que habla de las ofrendas-, podemos aprender todo un sistema de vida, un modelo de servicio, un esquema que servirá para elevarnos moralmente, un boceto para nuestra propia vida espiritual.

El rav Moshe Tzvi Neria de bendita memoria, citaba el pasuk de la parashá, "Manda a Aharón y a sus hijos diciéndoles que éstas son las instrucciones para el holocausto: El holocausto se quemará sobre el altar toda la noche, hasta la mañana; y el fuego del altar arderá en él" (6:2) y Rashi nos dice, citando a Torat Cohanim, no hay tzav, -una orden imperativa-, sino cuando se indica que se debe proceder con la mayor velocidad. Nos enseña Rabí Shimón, no se debe perder tiempo, particularmente, cuando la demora puede provocar alguna pérdida económica. Así D'os nos ordenó ofrendar rápidamente, sabiendo qué difícil es que podamos acercarnos a la divinidad y separarnos del mundo material. Ya Mesilat Yesharim, la obra magna de rabí Moshé Jaim Luzzato*, nos decía "los seres humanos desean descansar físicamente y odian las molestias, por lo que a esa clase de personas se le hará difícil el servicio divino. al que desee comer plácidamente, descansar y dormir sin que lo molesten, y no correrá a ningún lado, se le dificulta levantarse una hora antes para ir al templo, o abreviar el tiempo de su almuerzo para ir a minjá, o para cumplir cualquier mitzvá…"

La presteza en la faena despierta las reservas espirituales, de manera que pueden conducir las acciones. Pueden llevar al apasionamiento, que haga que el ritmo sea diferente. La prontitud debe aplicarse desde la toma de la decisión hasta el inicio de la realización, para dar paso, a que el tiempo ganado sea disfrutado en el cumplimiento de la mitzvá.
La Torá nos dice en nuestra parashá (6:13) "Esta es la ofrenda de Aharón y de sus hijos, que ofrecerán a H' el día que serán ungidos", pero, el cohen gadol, el sumo sacerdote, ofrenda todos los días (Ver Rashi, siguiendo la guemara Menajot 78 a), como leemos "El sacerdote, que de entre los hijos de Aharón sea ungido en su lugar, la ofrecerá… por ordenanza perpetua…". De este texto podemos aprender que el Cohen Gadol, debe sentir la misma fuerza afectiva, el mismo sentimiento que el cohen común sentía el primer día de su servicio. Debe sentir la renovación, ser como nuevo, como debutante, como si la luz le iluminara por primera vez.

Si regresamos al versículo citado "El holocausto se quemará sobre el altar toda la noche, hasta la mañana; y el fuego del altar arderá en él" continuando con este modelo de lectura de la Torá, podemos citar a rabí Levi que nos dice, que todo quien se encumbra con el servicio divino, merece ser "castigado con fuego", y el midrash nos consuela en el mismo contexto que "todo aquel que actúe (en el servicio divino) en forma humilde y sumiso en este mundo, será consolado con fuego, tal como está escrito: "Y yo seré para ella--declara H'-- ``una muralla de fuego en derredor, y gloria seré en medio de ella." (Zejaria 2:5). La humildad en el servicio divino, contrariamente a lo que pudiera pensarse, brinda las fuerzas del fuego, ya que se inspiran en la fuente divina.
Si nos dirigimos ahora a los versículos: "Y ustedes no comerán sangre, ni de ave ni de animal, en ningún lugar en que habiten. Toda persona que coma cualquier clase de sangre, esa persona será exterminada de entre su pueblo'" (Vaikra 7:26-27), nos adelantan lo que estudiaremos nuevamente en Devarim 12:23 que nos prohíbe la ingesta de la sangre porque ella es el espíritu. Pese a que la Torá autorizó finalmente comer carne de ciertos animales y aves, veda severamente beber su sangre. Previene de mezclar el alimento con el espíritu simbolizado por esa sangre.

En resumen, sin que ninguno de los versículos lo exprese textualmente, aprendemos de ellos la virtud de la presteza en el cumplimiento de las mitzvot, que la misma debe ir acompañada por la suficiente humildad frente a D'os y frente a las personas, para que tenga valor y debe reprimir esa parte deshumana que llevamos dentro, para evitar que nos domine. Necesitamos la pasión de los principiantes para llegar, superando la molicie del aburrimiento. "El fuego del altar (que) arderá en él", servía para encender el candelabro cuya luz ardía permanentemente. Ese fuego debía ser encendido con pureza. Tenemos prohibido apagar la sed de D'os, nos enseñó el Rav Kuk, que arde en nosotros con fuertes llamas en el corazón.
El texto de la lectura de esta semana, merece, como todas las parashiot de la Torá, una nueva lectura, que nos permitirá descubrir mensajes que trascienden las letras, el tiempo y el espacio.

Shabat shalom, desde Sión

lunes, 17 de marzo de 2008

Atentado a la Embajada de Israel

HOMENAJE RECUERDO Y PEDIDO DE JUSTICIA

viernes, 14 de marzo de 2008

Parashat Vaikrá

Sábado 15 de marzo

Rabino Yerahmiel Barylka

"Canten, cielos, porque H' lo ha hecho, griten de alegría, profundidades de la tierra, prorrumpan, montes, en gritos de júbilo, y el bosque, y todo árbol que en él hay, porque H' ha redimido a Iaacov y Su gloria ha mostrado en Israel"
(Ieshaiahu 44:23)

Un buen sistema educacional debería tener tres objetivos, enseñó el teólogo, militante y censor de la iglesia católica Ivan Illich, que residiera varios años en Cuernavaca, Morelos, y ellos son: proporcionar a todos aquellos que lo quieren el acceso a recursos disponibles en cualquier momento de sus vidas; dotar a todos los que quieran compartir lo que saben del poder de encontrar a quienes quieran aprender de ellos; y, finalmente, dar a todo aquel que quiera presentar al público un tema de debate la oportunidad de dar a conocer su argumento. Pero, pese a su formación religiosa dentro del catolicismo y a la influencia de su abuelo judío en su niñez, Illich, además de pertenecer al mundo moderno, no agregó lo que cualquier judío relativamente letrado sabe, que la educación debe conducir a la santidad y debe ser el medio para guardar la identidad.

El judaísmo nos enseña que no hay temas que caduquen si tuvieron trascendencia y si aspiramos a volver a tenerlos con nosotros. Así se deben seguir enseñando las ofrendas en sus detalles más nimios, las normas que no se pueden cumplir, como por ejemplo, los preceptos inherentes a la Tierra de Israel cuando se habla de judíos en los países de la dispersión y se debe continuar recordando acontecimientos sucedidos hace centenares de años, en otras civilizaciones y circunstancias.

Cuando intentamos comprender la educación en el postmodernismo, si está dirigida a postmodernos, (quienes se mantienen en otro tiempo histórico y usan otros códigos, no tienen este problema) necesitaremos de un espectro mucho más amplio que el poseído en las generaciones anteriores. El reto, en nuestros días, es impartir educación a un ente narcisista, individualista, fragmentado, sin proyecto histórico, asimilado, despolitizado, consumista, seducido por la moda y diversificado en sus gustos.

Nuestra parashá, que por caprichos del calendario, cae este año en Shabat Zajor, nos trae un ejemplo de la postura judía acerca de la educación. Cuando ya no teníamos ni siquiera el Segundo Templo, viene el midrash y nos trae la pregunta de rabí Asia: “¿Por qué debemos comenzar enseñando a los niños pequeños la Torá de los Cohanim, y no desde el Génesis? Y nos responde, que el Santo Bendito dijo, tal como las ofrendas son puras, así son los niños puros, que vengan pues, los puros y se ocupen de la pureza” (Midrash Tanjuma Parashat Tzav, 14). Y ello no sólo para paliar los dolores de la destrucción y la impotencia espiritual. Lo que se necesita para entender la Torá, nos dice el midrash, no es inteligencia, sino pureza, no es habilidad sino manos y corazones limpios de pecados.

Pero, ya antes, en nuestra propia historia, surgieron vertientes pragmáticas que querían ubicar en el centro de la enseñanza, únicamente los temas de actualidad. Así se fue postergando el estudio de aquellas halajot que no eran de aplicación inmediata. En algunas comunidades se fueron abandonando en esa época las disquisiciones que no llevaban a la aplicación inmediata de las normas. Pero, varios siglos después, en el mundo de las yeshivot, se volvió a cambiar la tendencia llegándose a consolidar la idea de que se desarrollan, en paralelo al estudio, el espíritu y la fe, y que sin ellas, tampoco el conocimiento podría mantenerse. El estudio debe completarse y complementarse. Rambam, incluyó en su magna obra Mishne Torá a todas las mitzvot. La tendencia cambió y hubo quienes dijeron que el que estudia las normas de las ofrendas es como si las ofrendara.

Cuando leemos Zajor, y nos encontramos a poquísimos días de Purim, nuestra respuesta es válida también para los postmodernos. Hay en nosotros un elemento fundamental al que no podemos renunciar que es el de la memoria. Los grandes meta-relatos que justificaban y contenían en ellos mismos un poder legitimizante, universal y necesario, ya no evidencian las acciones por un sistema mayor o por la idea de progreso. Aquí, en nuestro tiempo, surge el individuo en su grandeza, después de que fuera desplazado por la aparente nobleza de la razón del tiempo moderno.

Es el individuo el que debe asumir su responsabilidad total por el bien y por el mal.
Como en el pasado más lejano.
El relativismo postmoderno conduce directamente a poner en primer plano la ética de la acción y del discurso para justificar sus acciones en sus propios términos, y no mediante el recurso a sistemas supuestamente trascendentes.
La edad postmoderna está obsesionada por la información y la expresión. Pero la saturación de información y las mayores opciones de elección no conducen al enriquecimiento de los criterios personales de análisis y toma de decisiones ni a la formación de cultura sino más bien a la confusión y perplejidad. La escuela y la comunidad tienen ante sí el reto de desvelar este mundo de la imagen y toda la cultura que lo rodea, al tiempo que deben poner en marcha la accesibilidad y legitimación de un lenguaje e imágenes que conforman nuestro mundo material y personal con una forma particular de inteligibilidad.
El nuevo contexto social, -post-modernidad- supone un nuevo modelo de relación del individuo con su entorno y consigo mismo y las nuevas tecnologías, de modo sutil, no implican un cambio en nuestra forma de pensar, sino en que nos adaptemos a las nuevas formas de expresión y comunicación. El judaísmo, tremendamente creativo, siempre ha mirado con ardor juvenil hacia el futuro.

Purim nos admite, recordando la historia descrita en la meguilá Ester, establecer lazos de relaciones con el otro que permitan la solidaridad. Recordar lo que hicieron Amaleq y sus descendientes, nos aleja de la perplejidad.
Aquí no hay lugar para juicios individuales que busquen confundir a la víctima con el victimario y diluir las responsabilidades. Hay en nuestra parashá abiertas referencias a ofrendas de conductores que pecaron: "si el que peca es el sacerdote ungido, trayendo culpa sobre el pueblo, que entonces ofrezca a H' un novillo sin defecto como ofrenda por el pecado, por el pecado que ha cometido" (4:3), "Y si toda la congregación de Israel hubiere errado, [el Sanedrín] y el negocio estuviere oculto á los ojos del pueblo, y hubieren hecho algo contra alguno de los mandamientos de H' en cosas que no se han de hacer, y fueren culpables"; (4:13) "Cuando es un jefe el que peca e inadvertidamente hace cualquiera de las cosas que H' su Dios ha mandado que no se hagan, haciéndose así culpable" (4:22) . Es nuestra parashá la que establece la responsabilidad del liderato, que es mayor que la del pueblo.
El camino de la enseñanza de nuestras fuentes y de nuestras costumbres y tradiciones, permite también en esta época, guardar las prácticas y los usos que nos dan la identidad.

Shabat Shalom y Purim Sameaj desde Sión

martes, 11 de marzo de 2008

A 16 años de la voladura de la embajada

La herida continúa abierta

Por Luciano Stilman, especial para Comunidades












El tiempo pasa y parece que cada vez más rápido. Los que aquel 17-03-92 eran niños, hoy ya son adolescentes. Los adolescentes de aquel entonces ya son adultos, y muchos de los adultos que vivieron uno de los días más nefastos de la historia de nuestro país hoy ya no están. ¿Alguna de todas esas generaciones, o las siguientes, podrán ver cómo se hizo justicia? La respuesta, pese a ser muy poco optimista y dura, por ahora es no.

Se cumplen 16 años del atentado perpetrado contra la Embajada de Israel de la calle Arroyo 916 a las 14.50 horas, que dejó 22 muertos y 350 heridos, y el tiempo parece jugar cada vez más en contra. La lentitud con la que se encaró la causa, y la poca predisposición por parte del gobierno menemista para que se investigue fueron algunos de los muchos inconvenientes que existieron a lo largo del tiempo. “Se sabe poco, esencialmente por una combinación de razones. En primer lugar porque no hubo voluntad del gobierno argentino en investigar el caso. Aquí el papel de la justicia tiene su importancia, pero no es decisiva, porque en todos los países quien está encargado de investigar cuando hay un hecho de esta naturaleza es el Estado, con sus agencias, la policía y los equipos de inteligencia. Principalmente en el caso de la Embajada, y también ocurrió en la AMIA, no hubo la menor voluntad de profundizar la investigación y prácticamente para el gobierno de Menem el atentado fue un problema de los israelíes y una cuestión que tenían que solucionar ellos y los judíos” nos contó Raúl Kollman periodista especializado en lo ocurrido en la Embajada de Israel.

Rápidamente surgen muchas preguntas. ¿Por qué fue en la Argentina? ¿Existieron intereses políticos?. “Se hace difícil dar un diagnostico del por qué. De entrada uno diría que hubo un atentado en la Argentina y no en Brasil, cuando todos los indicios fueron que hubo personas que estuvieron en Brasil y participaron de este atentado. Esencialmente la relación de Brasil con los países, gobiernos y regímenes árabes siempre fue buena y en cambio, aquí estaba el gobierno de Menem que le había hecho promesas durante la campaña electoral, y de esto hay constancia, de ayuda en el terreno de tecnología nuclear, entre otras, y muy probablemente, él, de origen islámico, haya sido visto como un traidor. Aunque siempre el objetivo es el conflicto de Medio Oriente, se apuntó en un país cuyo presidente fue considerado un traidor”, nos dijo Kollman.

Hace algunos días, una importante fuente judicial que prefirió no dar a conocer su nombre, habló con Comunidades sobre el día a día de la causa y contó que los avances actuales son de mantenerla en actividad “observando si las personas sospechosas dan un paso en falso, sobre todo en lo referido a sus movimientos financieros”, y también agregó que desde su punto de vista “en la causa Embajada ya se conoce el 100%, lo que faltan son los nombres”.

Esta fuente, que está muy al tanto de todo lo que sucede con la investigación, nos aclaró que el principal problema que existe es que el expediente es muy dependiente de los datos que deberían ser enviados desde el exterior, pero que no se los mandan y “no los entregan en pruebas judiciales, casi siempre dicen que no están seguros ciento por ciento y darlos puede perjudicar a la fuente”. Por ejemplo, nos aseguró que los investigadores de la causa tenían identificado al jefe del Hezbollah, la conexión local de miembros del Hezbollah y una persona de la célula que actuó fue reconocida en Medio Oriente. Sin embargo, comentó que Israel y EE. UU. no le hacen llegar a la Argentina la información de inteligencia y eso perjudica el avance de la causa.

En mayo de 2006 la Corte Suprema declaró que el caso iba a continuar abierto, situación que alivió a los familiares de las victimas. A pesar de ese gesto, 21 meses después, parece ser que no fue mucho más que un acto para mantener viva la esperanza: “El único avance que se produjo en algún momento de la causa fue cuando la Corte Suprema delegó la causa en el Secretario penal Esteban Canevari. Era tan deplorable la investigación que hasta ese momento se registraban 29 muertos, y cuando Canevari la tomó se dio cuenta que esa no era la cantidad, o sea que ni siquiera se habían contado bien los cuerpos, ni teníamos los nombres. Fue tan deplorable en esos primeros años que no se había hecho nada de nada, ni siquiera contar realmente quienes habían fallecido en el atentado. Lo de Canevari fue muy posterior a la explosión de la Embajada, de manera que encontrar pruebas en ese momento era casi imposible y mucho más imposible es encontrarlas en el 2006. El gesto de la Corte es burocrático “lo dejo abierto, no lo cierro”, pero no hay ningún tipo de investigación andando y hay un poco de espera a ver si cae alguien en el caso AMIA que pueda llegar a tener que ver con el de la Embajada”, nos comentó Raúl Kollman.
Uno de los recientes sucesos que roza a la causa fue lo sucedido el pasado 12-02 cuando uno de los principales líderes del grupo chiíta libanés Hezbollah , Imad Moughnieh, murió luego de la explosión de una bomba cerca de su auto en Damasco, Siria.
Imad Moughnieh era uno de los acusados por los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA. El mismo tenía una orden de búsqueda y captura internacional decretada por la Corte Suprema. También, se lo involucra con el atentado contra la embajada estadounidense en Beirut, en 1982 y por el secuestro de un avión de la línea TWA en el aeropuerto de la misma ciudad en 1985.
El agregado cultural de la Embajada de Israel en Argentina, Iftaj Curiel, habló acerca de la muerte del líder del Hezbollah y nos aseguró que: “Este sujeto tenía mucho enemigos, no sólo Israel, sino también en los países árabes, EE.UU. y muchos más. En ese sentido, cualquiera pudo haber sido el autor del atentado. No se cómo va a afectar su muerte a la justicia argentina”.

Con respecto al autor del atentado, el agregado cultural de la Embajada no tiene dudas que “Hezbollah fue el responsable”. De la misma manera opina la importante persona dentro de la justicia, quien agregó un importante dato acerca de la llamada conexión local: “Como fue presentada por la prensa no existía. Decían que Hezbollah no podía hacer un atentado sin ellos, y este grupo nunca se conectó con nadie cuando hizo este tipo de actos”. A su vez, nos reafirmó que “Hezbollah no confía en nadie, ni en otros grupos terroristas como Hamas” y que la información acerca el modo que opera el grupo fue ratificado a la justicia argentina desde muchos lugares del mundo, entre ellos Israel.

Justamente, con respecto al autor del atentado, el pasado 27-02, la jueza estadounidense Ellen Segal Huvelle dio un fallo muy importante: condenó a Irán por el ataque a la Embajada.

Ella dictaminó que la República Islámica debe indemnizar a la familia del diplomático israelí de origen estadounidense David Ben-Rafael que falleció en el atentado, por más de 33 millones de dólares. La demanda había sido presentada ante la Corte Federal de Washington por la mujer del fallecido diplomático, Elisa Nili Cirilo Peres Ben-Rafael, el 21 de abril de 2006, en nombre de ella, sus hijos, los padres y las dos hermanas de David Ben-Rafael.

La jueza tomó en consideración que Hezbollah asumió públicamente la responsabilidad del atentado y existe "evidencia satisfactoria" que prueba que Irán estaba detrás de ese partido libanés pro iraní. Además, menciona las investigaciones realizadas por la justicia argentina durante la gestión de Néstor Kirchner.

Luego del fallo de la jueza estadounidense, Curiel nos comentó que no leyó la decisión de la Corte en EE.UU. pero “sé que tomó en cuenta la investigación argentina. De todas maneras, no se si esto vaya a ayudar a la Argentina, o si es el mismo material, pero sí creo que es otra señal importante hacia Irán que sus actos tienen consecuencias, y sus actos terroristas tienen consecuencias graves en todos los sentidos”.

Finalmente, nuestra fuente judicial nos volvió a aclarar que lo que faltan son los nombres de los culpables, y recalcó que “la causa de la Embajada está mucho menos oscura que la de la AMIA”. Además, nos afirmó que lo principal es intentar evitar que algo similar suceda en el futuro: “No me parece que haya más controles de cuando se cometieron los atentados. La seguridad interior está mucho peor que hace 15 años. Hubo dos graves atentados, pero todavía no se crean los instrumentos para prever otro, o saber cómo actuar en caso de uno. Hay que hacer políticas de estado para prever, se necesita una ley de seguridad interior que diga cómo investigar estos hechos”.

“Me parece que la justicia argentina está haciendo muchas cosas en los últimos años, con el Presidente Néstor Kirchner en la ONU, con los pedidos de captura internacional (en la causa AMIA). El trabajo es muy serio y con intención de llegar a la verdad y en ese sentido me parece muy importante. Nunca se sabe si vas a encontrar hoy o dentro de algunos años a esa gente, pero el rechazo internacional contra Irán es importante. Ellos tienen que entender que el terrorismo tiene su precio”., dijo Curiel.

Raúl Kollman no fue tan entusiasta y nos mencionó que cree después de tanto años es muy difícil investigar el caso, y las pocas chances son “que aparezca en algún momento un arrepentido que de alguna pista real sobre lo que pasó”. Además nos dijo que "ninguno de los dos atentados generó una conciencia nacional ", que ambos fueron “considerados un problema de los israelíes y de los judíos contra la AMIA. Me parece que la cuestión del terrorismo sólo tomó importancia con las Torres Gemelas, y hoy en día estamos muy lejos de una conciencia nacional en estos temas. Hasta hay algún nivel de justificación con el terrorismo islámico, ya que no se lo ve como organizaciones que tratan de implantar un régimen retrogrado desde el punto de vista de gobiernos teocráticos, de dominación de la mujer, de recortes de derechos humanos, de recortes de derechos de expresión. En la Argentina se lo ve, que también tiene, de contenido de lucha contra EE.UU. y los poderes que han mantenido en cierta marginación y pobreza a los países islámicos”.

Hace 5844 días que cada uno de los familiares de las víctimas está pidiendo que se haga justicia. Ojalá, el próximo año haya que escribir una nota contando con nombres y apellidos quienes fueron los culpables de esta marca que quedará abierta en el corazón de todos hasta que no vayan presos todos los responsables.

jueves, 6 de marzo de 2008

Parashat Pekudei

Sábado 8 de marzo

Rabino Yerahmiel Barylka


Con la lectura de esta semana finalizaremos nuevamente el libro Shemot, al que Ramban –Najmánides- llamó el libro de la Redención, o sefer Hagueulá. El texto continúa el Génesis y finaliza con la construcción del mishcán que atestigua la fidelidad renovada de los judíos al D-os de Israel.
El libro que había comenzado con el reino del tiempo con el establecimiento del primer mes de nuestro calendario (Shemot 12:2), finaliza con el establecimiento del reino del espacio provisional hasta la obtención del espacio definitivo en la Tierra de Israel. Todo ello en un tiempo record.
Ya Ibn Ezra nos dice que el mishcán fue erigido el primer día del mes primero, y el Primer Templo lo fue el segundo del mes segundo, como marcando la continuidad en nuestra vida como pueblo. Como que todo lo que construimos después está basado en ese primer mishcán.

Pero, entre tantos detalles del mishcán, la primer parte de la parashá semanal se dedica a la presentación del informe especial que Moshé brindara al pueblo, acerca de los manejos del oro, la plata y el cobre que fue empleado en la construcción del mishcán. Luego nos cuenta acerca de la bendición como resultado de que "los hijos de Israel hicieron toda la obra conforme a todo lo que H' había ordenado a Moshé. Y Moshé examinó toda la obra, y he aquí, la habían llevado a cabo; tal como H' había ordenado, así la habían hecho. Y Moshé los bendijo" (Shemot, 39:42-43).
Hay aquí una maravillosa combinación del pueblo, con la shejiná, con la orden recibida, como que el dicho talmúdico de Brajot 45 a, que nos indica que se debe tomar en consideración lo que el pueblo acostumbra, se hubiera hecho realidad. Como en este caso, por intuición, como nos dicen los sabios, fueron intuyendo solos las medidas que debía tener ese santuario.

Pero, hay aquí otro principio deseado por el pueblo, aunque no fuera explicitado, que es el de la rendición de cuentas de parte de los dirigentes. Moshé que a su sabiduría tenía un gran conocimiento de la psicología del pueblo de Israel, intuye que debe hacer un acto fundamental y por eso, se detiene a hacer un balance más que minucioso de todo lo que hizo con el oro, la plata y de todas las donaciones que recibiera para el mishcán. Moshé enumera incluso hasta los detalles más nimios y los objetos de menor valor.
Con ello nos brinda una lección maravillosa: Todo aquel que se ocupa de la cosa pública debe rendir cuentas.
El servidor público debe tener la vocación de servir al prójimo y a la sociedad y tener las manos limpias. No deben esperar que les exijan los informes, balances y reportes. Deben brindarlos.

De pronto a Moshé las cuentas no le salen bien... Hay una diferencia de mil setecientos setenta y cinco siclos. Ingresaron pero no encuentra en qué fueron gastados. Y se encuentra muy incómodo, como si oyera el cuchicheo detrás de su espalda de la gente que podría pensar que su riqueza se debe al mal manejo de los bienes colectivos y públicos. Pero, Moshé se ilumina y recuerda que no había apuntado el gasto menor de los clavos y goznes que había sobre las columnas, y su corazón se alegra porque ahora sí su balance está equilibrado. El conductor del pueblo y de la comunidad no puede despreciar ni siquiera los pequeñísimos gastos de la caja chica. Aquellos que si se tratara de la economía del hogar no se molestaría en reparar en ellos.

Es sumamente aleccionador destacar que también Moshé puede equivocarse en las sumas y restas, pero, no puede descansar hasta averiguar dónde se equivocó. No puede permitirse despreciar ni siquiera el gasto insignificante.
La parashá nos enseña que así como el Gran Maestro actuó debemos hacerlo nosotros también y no sólo en la administración de los bienes públicos sino también en la tutela de un bien que no nos pertenece y cuya importancia no valoramos, que es nuestro propio tiempo. Quizás preparándonos para la lectura del Shemá antes de dormir, debamos actuar como Moshé y revisar que hicimos con los bienes que nos concedieron: los preceptos y las acciones y ver si no estamos cerrando el balance sin verificar las sumas y las restas. No sea que nos olvidamos de "clavos y goznes" que no valoramos lo suficiente y estamos en déficit.
Ese balance no es pasivo. Si no encontramos manera de ahorrar el gasto dispendioso del tiempo, y de aumentar considerablemente nuestros ingresos de buenas acciones, tampoco servirá el balance, aun cuando hayamos comprobado que las sumas fueron correctas.

Al otro día nos despertaremos con el corazón alegre, sabedores que vamos bien. No tendremos el temor de recibir el llamado de nuestro "banquero" que nos dice que nos van a cerrar la cuenta porque nos excedimos en el gasto y se nos acabó la cobertura del crédito que nos concedieron.
Nosotros debemos aprender de nuestros maestros.
Moshé, en esta parashá nos da una lección que si la siguiéramos nos permitiría ser más justos, más judíos y más felices.
Y su bendición, dada para quienes supieron hacer el mishcán, podría ser dirigida también a nosotros, que la necesitamos, no menos que ellos, nuestros antepasados.

Shabat Shalom, desde Sión,