viernes, 25 de abril de 2008

Sedarim de Pesaj 2008 – Sede Almagro

Los días 22 y 23 de abril se realizaron los Sedarim de Pesaj para los alumnos de primero y segundo año. Participaron más de 500 alumnos con sus familias en un encuentro cálido y festivo.
Aquí algunas imágenes…

El empleo de entornos de aprendizaje virtuales en el Area de Educación Judía

En el Area de Educación Judía los alumnos asisten a los laboratorios de informática de la escuela para complementar el trabajo del aula. Mediante el empleo de la plataforma E-Aprender toman contacto con materiales de enseñanza virtuales desarrollados íntegramente por docentes del área, en conjunto con docentes del CREA. Los materiales incluyen contenidos desarrollados en diferentes formatos tales como hipertextos, imágenes, documentos interactivos, líneas de tiempo y videos.

El siguiente párrafo corresponde a la presentación de una de las unidades temáticas, denominada "Entre los dos Templos":

A través del estudio de este módulo, que complementa el trabajo del aula, recorrerás el período que transcurre entre el Primer y Segundo Beit Hamikdash (Templo) Estudiarás la situación del Pueblo de Israel bajo el gobierno de diversos Imperios, y ahondarás en la época en que los romanos dominaban Iehudá (Judea) hasta la destrucción del Segundo Templo.

Acá algunas imágenes de los docentes y alumnos trabajando...

viernes, 18 de abril de 2008

Pesaj: Libertad y Santidad

Rabino Yerahmiel Barylka

"Porque Yo soy el SEÑOR, que los he hecho subir de la tierra de Egipto para ser su D-os; serán, pues, santos porque Yo soy santo." (Vaikrá 11:45)


Pesaj es una palabra que algunos gustan dividir en dos para poder leer pe - saj, -la boca que habla-..

Como que en el festejo de Pesaj, debemos aprovechar el uso de la libertad de hablar porque de esta manera nos liberamos del exilio, de la oscuridad de la noche que se mantiene silente, al grado que es un silencio que puede ser oído.

Una de las diferencias entre la libertad y la esclavitud está marcada por la posibilidad de expresarse sin temor. De decir lo que se desea. De gritar o estarse callado. Aprender la libertad para ejercerla, descubriendo la fuerza de la palabra que de vocablo se hace mensaje.En el Seder de Pesaj, afirmamos, la esencialidad de la narratividad como interiorización y exteriorización del tiempo. La noche del Seder, es de fe y redención. Una de sus obligaciones es la de la lectura de los textos que se fueron acumulando y depurando hasta convertirse en una especie de manual que nos debe transportar al Egipto y hacernos sentir tal como se apreciaron nuestros antepasados: de esclavos sin derechos, a seres libres en camino de la santidad. De esa manera le damos significado espiritual a nuestra vida para poder elaborar el ser libres. Si lo lográramos, cumpliríamos con uno de los mandamientos fundamentales que es el de relatar a los hijos. Pero… no nos engañemos, no se trata únicamente de un formalismo, ni de una fórmula mágica. El relato compromete. Debe modificar al referente y a quien oye la narración. Debe convertirse en un diálogo, en momentos en los que vamos perdiendo lentamente la capacidad de oír y la de decir.

El texto de la Hagadá nos permite así, ejercer la búsqueda para que la complejidad del significado y del significante deje de ser un fin en sí misma, para convertirse en un método que fecunde el diálogo acerca de la verdad histórica y de la experiencia personal en aquellos dilemas que permitan comprender la posibilidad de elegir. Eso es ser soberano. Tener la libertad de determinación y de poder alejarse del ser sojuzgado que llevamos profundamente enraizados en nuestro espíritu y muchas veces – más de las que percibimos – en algunas de las personas que nos rodean.
Hay un fenómeno en la noche del Seder que casi pasa desapercibido y es que es la única oportunidad en el año en el que no sólo bendecimos por lo que comemos, sino que bendecimos por la acción de comer. Al decir “que nos santificaste con Tus preceptos y nos prescribiste comer matzá”, “nos ordenaste comer hierbas amargas”, debemos detenernos en la peculiaridad de esos preceptos. La matzá y el maror vendrían a ser los representantes simbólicos de todos los granos y cereales y de todas las hortalizas y los vegetales que al fin podemos ingerir libremente por mandato divino y no humano. Aún no hemos podido regresar a bendecir por la ingestión de la ofrenda del pesaj, y nos debemos conformar (aquellos que comen carne) con esa alimentación, hasta que podamos hacerlo con santidad y pureza y elevar también la comida de la carne a otra esfera compartiendo el korbán pesaj.

Cuando la Torá nos dice, 'Porque Yo soy el SEÑOR, que los he hecho subir de la tierra de Egipto para ser su D-os; serán, pues, santos porque Yo soy santo'", instala a este versículo en el largo capítulo del libro Vaikrá, que nos enumera los animales que podemos comer de entre todos los animales que hay sobre la tierra. No podemos evitar relacionar esta coincidencia con un significado más profundo. Como que nos dijera, lo que decimos con nuestra boca, tiene un sentido creativo y en el Seder aún mayor, y esa misma boca que por mandamiento debe ingerir pesaj, matzá y maror, tiene a partir de la liberación, obligaciones especiales. ¿A qué se deben? Simplemente porque completan el proceso libertario que nos debe llevar a consagrar la santidad del Creador ante nosotros, a fin de poder santificarnos con esa acción. Como que ese es el objetivo de la liberación. Poder recibir las normas e instalarnos en la tierra prometida para buscar la elevación espiritual. Sin ella, seguimos permaneciendo en las instalaciones de la esclavitud y la servidumbre.
En la boca que salen las palabras creadoras, deben ingresar ciertos productos cuyos símbolos explícitos son por todos conocidos, pero que en el proceso de la libertad tienen otras insignias menos expuestas.

En nuestra época en la que todos tienen sus verdades que creen que así lo son, sin que nadie intente ya objetarlas, resulta casi imposible ver la Verdad. Para recibirla no parece quedar otro remedio que fragmentarnos y rompernos internamente. En pedazos. Así como estamos, tan lejos de la santidad, no podemos recibir el Infinito. Usando la idea del rav Kuk zl, diríamos que la ruptura viene, porque la Divinidad da según su potencialidad, pero, el receptor -nosotros- no tenemos capacidad, estamos limitados, por ello el bien nos llega circunscrito. Lo único que queda es la ruptura para reconstruir el deseo para regresar a la fuente infinita así la criatura podrá hacerse a sí misma, para intentar llegar al nivel de lo cabal del Creador. Para aquellos que no podrán alcanzar esa posibilidad, el Seder nos da medios que no por su simplicidad son menos efectivos: la palabra del relato del Éxodo, a través de la boca dialogante del pe – saj, y la misma boca ingiriendo alimentos que simbolizan los que podemos colocar en nuestros paladares con libertad.

Con ellos nos santificamos como cuando nos abstenemos de aquellos que fueron excluidos por la Torá de nuestras mesas. Con esos medios si no logramos fragmentarnos internamente para reconstruirnos, por lo menos sacudiremos la gruesa cobertura que nos paraliza, entorpeciendo nuestra entrega a los ideales que decimos compartir y defender. Es un ejercicio excelente para lograr la coherencia con nuestra ideología y nuestros principios libertarios.
Cuando los medios de comunicación se constituyen en una práctica cultural y un espacio de producción y negociación de sentidos condicionados, y a su vez condicionantes, de procesos y contextos socios culturales y políticos, y nos atrapan en sus redes, condicionan nuestras decisiones. Cuando los medios establecen, a través de sus discursos, un eje de matrices culturales donde se explicita y reproduce el poder hegemónico, nos esclavizan, enajenan, y corrompen. No sólo no aportan ningún elemento a la identidad judía, particularmente en los países de la dispersión, sino que distorsionan los existentes. Son uno de los elementos disolventes de esa identidad. Cumplir con la mitzva de relatar a los hijos, se hace en el seno del hogar. No se delega a los maestros, a la prensa, a la TV, a la calle. Tiene un marco, el familiar. Donde se puede fecundar el diálogo por lo menos durante la noche del Seder, para regresar a las entrañas del fenómeno libertario. Es la boca dialogante la que nos sirve de parapeto. Si queremos que Pesaj triunfe, es eso lo que debemos hacer. Lo haremos reconstruyéndonos, y así modificaremos la realidad. Nos inspiraremos, nos iluminaremos y veremos la Verdad y la Libertad. En Pesaj, somos libres de gritar: ¡Aleluya! Alaben, siervos de H’, Alaben el nombre de H. Bendito sea el nombre de H’ desde ahora y para siempre. Desde el nacimiento del sol hasta su ocaso, Alabado sea el nombre de H’. Excelso sobre todas las naciones es H; Su gloria está sobre los cielos (Tehilim 113). Pero, para que ese grito sea serio, debe ser proferido por los seres libres.

Jag hapesaj casher vesameaj desde Sión

jueves, 3 de abril de 2008

Parashat Tazria

Sábado 5 de abril

Rabino Yerahmiel Barylka


La lectura de nuestra semana comienza a referirse al ser humano, de la misma manera que el relato de la Creación, después de haber recorrido en la parashá anterior, las normas referidas a los animales en 47 versículos del capítulo 11 de Shemini, andando por gran parte de la escala zoológica. Así lo subraya Rashí en su comentario. El humano del final de la Creación es el último también en cuanto a las normas de la pureza ritual. “Detrás y delante me rodeaste”, leeremos en el versículo 5 del salmo que citamos a continuación, - detrás de todas las obras, delante de los castigos-, fuiste creado. Si no fuiste humano completo, dice el midrash, te recordarán que hasta el mosquito fue creado antes que tú.

Y, casi en el mismo principio, después de la fecundación y del nacimiento, nos indica que en el octavo día, se debe circuncidar la carne del prepucio del varón.
¿Qué novedad nos trae el mandamiento del brit milá de nuestra parashá, si ya D-os lo había ordenado a Abraham? Los grandes pensadores nos enseñaron que la orden a Abraham fue personal e individual, por lo que no puede obligar a todo el pueblo de Israel. La prescripción que nosotros obedecemos surge de parashat Tazria. Ya Maimónides nos enseñó en forma más que contundente que cada mitzvá aparece claramente como mandamiento. Sin esta parashá, la experiencia de Abraham no hubiera sido obligatoria para las generaciones que siguieron tras él. Así aprendemos que la vigencia de los mandamientos está condicionada a la revelación de Sinaí. Nuestras mitzvot no son producto del folklore, de la imitación de lo que hicieron o no hicieron nuestros antepasados, no son tradición, no son costumbres. Son mandamientos divinos. Tienen esa especial calidad.

Algunos de los temas que trata la parashá suelen ser omitidos por los maestros y quienes enseñan parashat hashavúa. A veces con el pretexto que coincide con muchos otros temas muy interesantes. Pero, la razón tampoco es porque los de Tazria son verdaderamente difíciles. Hay una especie de creencia generalizada todavía hoy, que hay tramas que no son elegantes, que no son convenientes para los menores. Y, en palabras del rav Mordejay Elón (1), esas actitudes provocan que los temas omitidos “sean estudiados debajo de la mesa”, como lo sabe todo adolescente, como lo comprueba muchos años después cualquier docente olvidadizo. Pero, esos temas deben ser enseñados, deben ser estudiados. No deben omitirse ni siquiera cuando se trata de alumnos jóvenes.
Después de todo, aún las mitzvot de pureza e impureza que no podemos cumplir desde la destrucción del Templo, fueron dadas a los humanos concretos, reales, biológicos, y deben ser cumplidas con el cuerpo, no siempre limpio, no siempre puro. También debemos estudiar aquellas que por el momento no pueden ser observadas, porque forman parte de una totalidad indivisible.

En estas parashiot, encontramos material suficiente para que varios tomos del Talmud se dediquen a analizarlo, ya que forman el compendio de los preceptos de la pureza que nos debe guiar en las normas del judaísmo. Ya habíamos comentado en parashat Sheminí, que nuestra santidad deriva exclusivamente de la posibilidad de refinamiento que obtengamos con la autodisciplina que nos brinda el cumplimiento de las mitzvot. Esa idea nos debe seguir guiando también en la lectura de este sábado y en la del siguiente.
Pero, para poder estudiar el cumplimiento de las mitzvot que se refieren a las funciones biológicas del cuerpo, éstas se deben estudiar frontalmente. No hay tema tratado en la Torá que no pueda ser discutido y aprendido en la mesa, en el salón de clases o en el templo. Sólo hay que encontrar el lenguaje apropiado y la manera.

El capítulo 139 de Tehilim, cuya belleza es indescriptible, y cuya profundidad, es asequible por todos, nos da una muestra de la manera en la que se pueden tocar incluso los actos más íntimos. Es tan bello que no puedo evitar transcribirlo en su mayor parte: ”…Salmo de David. H', Tú me has escudriñado y conocido. Tú conoces mi sentarme y mi levantarme; Desde lejos comprendes mis pensamientos. Tú escudriñas mi senda y mi descanso, y conoces bien todos mis caminos. Aun antes de que haya palabra en mi boca, Oh SEÑOR, Tú ya la sabes toda. Por detrás y por delante me has cercado, y Tu mano pusiste sobre mí. Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; Es muy elevado, no lo puedo alcanzar. ¿Adónde me iré de Tu Espíritu o adónde huiré de Tu presencia? Si subo a los cielos, allí estás Tú; Si en el Sheol preparo mi lecho, allí estás Tú. Si tomo las alas del alba, y si habito en lo más remoto del mar, aun allí me guiará Tu mano, Y me tomará Tu diestra. Si digo: "Ciertamente las tinieblas me envolverán, y la luz a mi alrededor será noche;" Ni aún las tinieblas son oscuras para Ti y la noche brilla como el día. Las tinieblas y la luz son iguales para Ti. Porque Tú formaste mis entrañas; Me hiciste en el seno de mi madre. Te daré gracias, porque asombrosa y maravillosamente he sido hecho; Maravillosas son Tus obras, y mi alma lo sabe muy bien. No estaba oculto de Ti mi cuerpo, cuando en secreto fui formado, y entretejido en las profundidades de la tierra. Tus ojos vieron mi embrión, y en Tu libro se escribieron todos los días que me fueron dados cuando no existía ni uno solo de ellos. ¡Cuán preciosos también son para mí, oh D-os, Tus pensamientos! ¡Cuán inmensa es la suma de ellos! Si los contara, serían más que la arena; Al despertar aún estoy contigo. ¡Oh D-os, si Tú hicieras morir al impío! .... Escudríñame, oh D-os, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis inquietudes. Y ve si hay en mí camino malo, y guíame en el camino eterno”.

Y, si ya hablamos de la maravillosa creación literaria de nuestros antepasados, recordemos el relato de Masejet Nidá, 31 a y Kidushin 30 b: “Tres son los socios que tienen las personas. El padre, la madre y el Santo Bendito”. Principio que podemos comprobar casi todos los días. Y, la guemará allí nos desarrolla una serie de observaciones anatómicas del bebé que son recibidas de cada uno de los socios. Además de una verdad irrebatible, un recordatorio de nuestras limitaciones, encontramos en esa expresión una plataforma filosófica, ya que el "descubrimiento" de los sabios del Talmud es que somos producto por igual de la Madre y del Padre y no como se pensaba en las escuelas más avanzadas de aquella época. El Santo Bendito aporta, en definitiva, la vida. Él la concede y él la quita sin que los otros socios puedan protestar. Pero, aquí queda claro que los socios son madre y padre igualitariamente. Es la respuesta judía al pensamiento helénico de la época que había excluido a la mujer-madre de todo rol en la función familiar excepto el de la crianza. Es el aporte de los sabios del Talmud que aún en nuestros días sigue teniendo validez y merece ser recordado.

De nuestra parashá, en la que se analiza la relación del hombre y la mujer después de la larga lista de los animales, entendemos la diferencia. En la escala animal la reproducción es casi un fenómeno únicamente técnico, en los humanos la posibilidad de elevar la inspiración espiritual hasta la misma presencia de la Shejiná. Es lograr la santificación a través de la relación humana. En las bendiciones debajo del palio nupcial proclamamos "bendito eres H' que santificas a tu pueblo Israel por medio de la jupá y los kidushin". Es la única vez que proclamamos la santificación del pueblo de Israel y ello se logra a través de la mujer, que después de fecundada hará nacer a su hijo. Simplemente lo que nos dice el primer versículo de nuestra lectura.
Sobre el versículo de parashat Metzorá, (15:31), "Así ustedes mantendrán a los hijos de Israel separados de sus impurezas, para que no mueran en sus impurezas por haber contaminado Mi tabernáculo que está entre ellos." nos dice el rav Elon, citando al Netziv (2): "se trata del mishcán que está dentro de la pareja" (y no del tabernáculo que se construyó), dentro de los espíritus de los judíos que eligieron vivir con santidad. Vigilantes pueden evitar que introduzcamos impurezas en los templos, pero, cada uno de nosotros es el responsable por convertirnos en un mishcán puro. Nuestra vida espiritual depende de la capacidad que tengamos de separar las impurezas.
En otras palabras, depende de la decisión que tomemos de vivir con pureza.

Shabat shalom, desde Sión