La siguiente es la introducción del artículo titulado Consideraciones sobre la negación del Holocausto y los negadores, del profesor Abraham Zylberman (febrero 2007).
En 1943, cuando la maquinaria del exterminio de los judíos implementada por los nazis funcionaba a pleno, insinuaba el poeta Itzjak Katzenelson que en el futuro los nazis negarían su culpabilidad en los asesinatos, y peor aún, que encontrarían quien les creyera. Aunque esta predicción comenzó a materializarse poco después, en 1946, cuando es publicado en Suiza el primero de una larga serie de libros y artículos que intentan minimizar la envergadura de la Shoá y liberar al alto mando alemán y especialmente a Hitler de toda responsabilidad por el asesinato masivo y su planificación, puede afirmarse que la Shoá y su negación comenzaron a darse en forma simultánea. Hitler y los principales responsables de los planes de exterminio exigían que se guardara el más absoluto secreto en torno al problema judío. Crearon entonces una terminología eufemista para referirse a esta cuestión. De esta manera, "solución final", "traslado al este" y "trato especial" se convirtieron en las expresiones utilizadas por los responsables de llevar a cabo el exterminio del judaísmo europeo, que luego se plasmaron en los documentos referentes al tema.
En los últimos años ha comenzado a cuestionarse en ciertos círculos la vigencia del recuerdo de la Shoá por la carga que ello significa tanto para las víctimas como para los victimarios y los pueblos de los que proceden. Además, sostienen que ya ha llegado el tiempo de olvidar y mirar el futuro con mayor optimismo. Otros sugieren, que en Medio Oriente el Estado de Israel está llevando a cabo una política similar a los nazis con relación a la población árabe, en la que las víctimas se convirtieron en victimarios. Finalmente, otros sostienen que ya nadie debe ser juzgado en estos tiempos por crímenes cometidos durante “aquella” época, cuando por razones “humanitarias” criminales de guerra nazis, a los que se les comprobó fehacientemente su participación directa en de la maquinaria de exterminio, han sido puestos en libertad, a pesar de que muchas de sus víctimas siguen con vida. Una parte de la opinión pública apoyó estas ideas, pero otra quizás observa este desarrollo preocupada, preguntándose “si puede volver a pasar”.
Este clima fue aprovechado desde hace varios años por grupos e individuos que ocultan sus verdaderas intenciones bajo una supuesta autoridad académica, para poner en duda, con diferentes argumentos, la veracidad de la Shoá. Desafortunadamente, su propaganda encuentra eco en ciertos sectores que se han propuesto creer, a pesar de todos los testimonios y pruebas innegables, que la Shoá fue simplemente una maquinación judía.
La semana próxima nos adentraremos en este tema, a partir de los otros fragmentos del texto:
¿Por qué se creó el mito?
¿Quienes son los negadores y cuáles son sus argumentos?
Ocultamiento, tergiversación y otros métodos
Los móviles de la negación
Sobre este tema puede verse también:
El Holocausto contado en diez imágenes en educ.ar
En 1943, cuando la maquinaria del exterminio de los judíos implementada por los nazis funcionaba a pleno, insinuaba el poeta Itzjak Katzenelson que en el futuro los nazis negarían su culpabilidad en los asesinatos, y peor aún, que encontrarían quien les creyera. Aunque esta predicción comenzó a materializarse poco después, en 1946, cuando es publicado en Suiza el primero de una larga serie de libros y artículos que intentan minimizar la envergadura de la Shoá y liberar al alto mando alemán y especialmente a Hitler de toda responsabilidad por el asesinato masivo y su planificación, puede afirmarse que la Shoá y su negación comenzaron a darse en forma simultánea. Hitler y los principales responsables de los planes de exterminio exigían que se guardara el más absoluto secreto en torno al problema judío. Crearon entonces una terminología eufemista para referirse a esta cuestión. De esta manera, "solución final", "traslado al este" y "trato especial" se convirtieron en las expresiones utilizadas por los responsables de llevar a cabo el exterminio del judaísmo europeo, que luego se plasmaron en los documentos referentes al tema.
En los últimos años ha comenzado a cuestionarse en ciertos círculos la vigencia del recuerdo de la Shoá por la carga que ello significa tanto para las víctimas como para los victimarios y los pueblos de los que proceden. Además, sostienen que ya ha llegado el tiempo de olvidar y mirar el futuro con mayor optimismo. Otros sugieren, que en Medio Oriente el Estado de Israel está llevando a cabo una política similar a los nazis con relación a la población árabe, en la que las víctimas se convirtieron en victimarios. Finalmente, otros sostienen que ya nadie debe ser juzgado en estos tiempos por crímenes cometidos durante “aquella” época, cuando por razones “humanitarias” criminales de guerra nazis, a los que se les comprobó fehacientemente su participación directa en de la maquinaria de exterminio, han sido puestos en libertad, a pesar de que muchas de sus víctimas siguen con vida. Una parte de la opinión pública apoyó estas ideas, pero otra quizás observa este desarrollo preocupada, preguntándose “si puede volver a pasar”.
Este clima fue aprovechado desde hace varios años por grupos e individuos que ocultan sus verdaderas intenciones bajo una supuesta autoridad académica, para poner en duda, con diferentes argumentos, la veracidad de la Shoá. Desafortunadamente, su propaganda encuentra eco en ciertos sectores que se han propuesto creer, a pesar de todos los testimonios y pruebas innegables, que la Shoá fue simplemente una maquinación judía.
La semana próxima nos adentraremos en este tema, a partir de los otros fragmentos del texto:
¿Por qué se creó el mito?
¿Quienes son los negadores y cuáles son sus argumentos?
Ocultamiento, tergiversación y otros métodos
Los móviles de la negación
Sobre este tema puede verse también:
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