miércoles, 19 de septiembre de 2007

IOM KIPUR - יום כיפור


“…Tiempo y espacio están mutuamente relacionados. Pasar por alto a cualquiera de ellos es ser parcialmente ciego.Lo que condenamos es el sometimiento incondicional del hombre al espacio, su esclavización a las cosas.No olvidemos que no es el objeto lo que da significación al momento;es el momento el que presta significación a los objetos…”.

Abraham Y. Heschel, “Shabat



¿Qué es la Teshuvá?
Es el acto por medio del cual el hombre:
- Toma conciencia de los males por él realizados
- Decide cambiar el rumbo de su vida
- Deja de hacer el mal y hace el bien
- Se convierte, en consecuencia en otra persona.
La Teshuvá, por lo tanto, es una transformación de la persona, comienza siendo un proceso interior, pero termina realizándose en el exterior, en relación con los otros, con la vida, con Dios.

El que dice: “Pecaré y luego, en Iom Kipur, me arrepentiré, y luego volveré a pecar y a arrepentirme”, no se acepta su arrepentimiento.
Si dice: “Pecaré y en el día de la expiación lograré el perdón”, no será expiado.
Las transgresiones que son entre el hombre y su prójimo, no son expiadas por Iom Kipur, a menos que previamente sea perdonado por el prójimo.
Por eso, explicaba Rabí Elazar hijo de Azariá, está escrito: “De todos vuestros pecados delante de Dios os purificareis” (Levítico XVI, 30)
Se habla de los pecados “delante de Dios”, a ellos se aplica el día de la expiación.
En cambio, los que son delante del prójimo requieren previamente el perdón del prójimo.


Comienza Iom Kipur, a la noche, como todas las fechas esenciales del calendario hebreo, a la caída del sol.
Se inicia con la oración “Kol Nidrei”, la más célebre quizá entre los hijos de Abraham, y sin duda, la que mayor trascendencia tuvo en el mundo no-judío. El hechizo de su melodía cautiva.
“Todos nuestros votos, promesas, juramentos que hayamos hecho sobre nuestros cuerpos, almas, quedan anulados” Extraño contenido. Extraño, fundamentalmente, por las consecuencias emotivas que acarrea entre el pueblo que pronuncia estos términos. He aquí un fascinante fenómeno que marca el eje de toda tradición auténtica: el pueblo hace y deshace; él es dueño de la tradición, y en ella vuelca sus necesidades, sus anhelos y penurias, sus angustias y esperanzas existenciales. No los autores de las oraciones. Si hay algo propiamente fuera y extranjero en el ámbito de la ortodoxia judía, es el tema de votos, promesas y juramentos.