(primera parte de tres)
Prof. Abraham Zylberman
Entre los personajes más representativos del Tercer Reich que debieron responder por los crímenes del régimen nazi, ninguno estuvo tan íntimamente vinculado a la elaboración y dirección de la llamada Solución Final de la Cuestión Judía, el exterminio de los judíos, como Adolf Eichmann. Herman Goering, juzgado en Nuremberg por el Tribunal Militar Internacional, fue a quien Hitler confió la cuestión judía. Pero él no se ocupó activa y personalmente sino de la expropiación de los bienes de los judíos, encargando el resto a otros dirigentes del Reich. El Tribunal Militar también juzgó a Ernest Kaltenbrunner, superior de Eichmann y quien desde la muerte de Reinhard Heydrich en 1942, dirigió la Oficina Central de Seguridad del Reich (RSHA). Pero su testimonio no brindó explicaciones suficientes sobre las cuestiones esenciales, aunque desde finales de 1939 su Departamento IV - la Gestapo - fue el encargado de dirigir y ejecutar la acción que debía conducir al exterminio de gran parte de los judíos de Europa. En la época de su nombramiento había sido ya decidida, organizada y puesta en práctica de una manera enérgica. Kaltenbrunner sostuvo que él se había limitado a "dejar hacer" a la Gestapo, sin inmiscuirse en la cuestión.
Muchos otros dirigentes o funcionarios que ocuparon altos cargos en la Oficina encargada del exterminio físico de los judíos, aun teniendo cierta responsabilidad, se ocupaban de los aspectos secundarios de la solución fina”. Pero las funciones ejercidas por Eichmann, lo ubican en la convergencia entre las decisiones supremas y su puesta en práctica, de la que él era responsable. Eichmann era quien dirigía tácticamente la acción en sus menores detalles. Y su trabajo no podía ser efectivo si desconocía el desarrollo estratégico de la acción.
El desarrollo del plan de exterminio de los judíos emprendido por el Tercer Reich es conocido actualmente en todos sus detalles. Lo que está sujeto a especulaciones teóricas es la fuente de las iniciativas fundamentales y de las decisiones finales, y su encadenamiento. Los documentos que nos han dado a conocer la organización de este acto esencial del nazismo, nos permiten entrever un complejo conjunto de responsabilidades que no siempre corresponden a la idea de distribuir las actividades, donde el Führer imagina y decide y sus subordinados reciben y ejecutan sus órdenes, transmitiéndolas, por grados, hasta llegar al eslabón más bajo de la jerarquía.
LOS INICIOS
Adolf Eichmann era el hijo mayor de una familia de 5 hermanos, nacido en Solingen, Alemania, en 1906, que se trasladó a Linz, Austria. Aquí, considerado extranjero, no pudo conseguir trabajo. Sus padres tenían entre sus amistades a Ernst Kaltenbrunner, dirigente nazi de origen austriaco, cuya sede partidaria estaba en Linz. Por su intermedio, Eichmann ingresó al Partido nazi en Austria el 1º de abril de 1932, siendo el afiliado 899.995. El mismo día se enroló en la SS (Nº 45.325) siendo transferido a Berlín el 1º de octubre de 1934 a la sección II 112 del Servicio de Seguridad (SD), que se ocupaba de los asuntos judíos, convirtiéndose en uno de los principales planificadores y ejecutores de la política antijudía de la SS.
En 1937 viajó a la entonces Palestina pero los británicos no le permitieron ingresar al país. En este viaje, llegó a la conclusión que la creación de un Estado judío no era del interés alemán. Después de la anexión de Austria a Alemania en marzo de 1938 se hizo cargo de organizar la emigración de los judíos y diseñó una táctica que no les dejaba otra elección: confiscó sus bienes destruyendo su base económica y los amenazaba para forzar su salida. Se apoderó además, del control de las instituciones comunitarias y obligó a los dirigentes a cooperar con los planes de emigración. En esta circunstancia, modificó su postura anterior y comenzó a cooperar con las agencias de emigración judía ilegal a Palestina, convirtiéndose en uno de los principales interlocutores nazis con el movimiento sionista. Fue uno de los que pensaron en la viabilidad de crear un Estado judío en el este de Europa si ello no era posible en Palestina. Con el fin de lograr una mayor eficiencia, creó en Viena la “Oficina Central para la Emigración Judía” en agosto de1938. Poco después de la Kristallnacht, Goering creó una oficina similar en Alemania. Eichmann estableció en 1939 otra en Praga. Eichmann no se instalará en Berlín hasta la derrota de Polonia. Mientras tanto fue encargado, desde la creación del Protectorado de Bohemia y Moravia, de organizar en Praga una Oficina Central para la solución de la cuestión judía, con el mismo fin que el Centro de Viena, pero que se diferenciaba de aquél por la aplicación de procedimientos brutales y amenazas de internamiento en campos de concentración para obtener de la comunidad judía financiación para las deportaciones masivas de los judíos de condición humilde.
LA POLÍTICA NAZI ANTIJUDIA
El historiador Yehuda Bauer describe en tres frases el dramatismo de los tiempos vividos por los judíos bajo el régimen nazi. Primero dijeron que “no pueden vivir entre nosotros como judíos”; luego, “que no pueden vivir entre nosotros” y finalmente, “no pueden vivir”. La primera frase se relaciona con los primeros años del régimen, entre 1933 y 1935, cuando se aplicaron medidas progresivamente restrictivas: los judíos fueron paulatinamente excluidos económica y profesionalmente de la vida alemana. El boicot económico, la sanción de leyes prohibiendo realizar tareas en áreas de cultura, medicina, derecho, educación, fue suficiente presión para que comience la emigración. El Acuerdo de Transferencia realizado con Palestina, que permitía que llevaran parte de su capital, facilitó la decisión de abandonar el “espacio vital” alemán por parte de miles de judíos.
La segunda frase corresponde a la etapa 1935 y 1939. A partir de la sanción de las Leyes Raciales de Nuremberg en 1935, los judíos perdieron su categoría de ciudadanos alemanes, agudizándose la política de exclusión y la presión para que abandonaran el territorio alemán. Después de que la numerosa comunidad judía de Austria se encontró dentro de las fronteras del Gran Reich con su anexión a Alemania en marzo de 1938, se dio el primer paso en la “solución radical” de la cuestión judía. Esta tarea le fue confiada a Adolf Eichmann. Se trataba todavía de una acción difusa: organizar la emigración de los judíos de Austria, obligarlos por un breve procedimiento a emigrar a la mayor brevedad, mientras que sus bienes debían quedarse en el Reich. Al mismo tiempo se pretendía liberar, según las posibilidades del momento, un territorio del Reich de su población judía. La Oficina Central para la Emigración Judía que Eichmann, organizó demostró ser muy eficaz: coordinaba la acción de diversas autoridades y organismos, entre ellos organizaciones judías, con vistas a obtener también la emigración en masa de la población judía necesitada. Esto complementaba las ideas de Himmler, que por entonces quería resolver la cuestión judía en Alemania por medio de una emigración, que si fuera necesario, sería forzada. Eichmann se hace cargo de esta tarea y todas las administraciones que se ocupaban de tareas de emigración fueron agrupadas en esta Oficina.
Un paso decisivo fue dado en noviembre de 1938, como resultado del atentado cometido por el joven judío Grynszpan contra el consejero de la Embajada alemana en París, von Rath. El pogrom conocido como la “Noche de los Cristales” fue el momento culminante de la aplicación de la política antijudía. La violencia desatada contra hombres, bienes y propiedades, no tenía antecedentes. Goering da a conocer las intenciones secretas de Hitler: el Führer quiere organizar un lugar de refugio para la población judía de la que el Reich aspira a liberarse. Además, sugiere que, en caso de desencadenarse una nueva guerra mundial, el Reich procedería a arreglar sus cuentas con los judíos. Esta última amenaza sería lanzada poco después por Hitler al mundo entero en su discurso del 30 de enero de 1939 ante el Reichstag. Hitler presenta su amenaza como una profecía, que trataba nada menos, que de la eliminación de la raza judía en Europa. Estas palabras, expresan una advertencia ante el mundo de hasta dónde era capaz de llegar el espíritu del nazismo. Un mundo que se mostraba indiferente ante el destino de los judíos, como ya se había visto en la Conferencia de Evian en 1938, donde ninguno de los países representados aceptó incrementar la cuota de inmigrantes judíos bajo distintos argumentos, salvo la República Dominicana o el caso del “Saint Louis”, a cuyos viajeros se les prohibió descender tanto en Cuba como en Estados Unidos y debieron volver a Europa.