Rabino Yerahmiel Barylka
“Y será que, por haber oído estos derechos, y guardado y haberlos puesto por obra, guardará contigo H’ tu D-os el pacto y la misericordia que juró a tus padres; Y te amará, y te bendecirá, y te multiplicará, y bendecirá el fruto de tu vientre, y el fruto de tu tierra, y tu grano, y tu mosto, y tu aceite, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas, en la tierra que El juró a tus padres que te daría”
Devarim 7:12-13
La parashá de esta semana trata en sus 111 versículos, diversos temas.
Hoy recurriremos a un comentario de Ovadia Sforno, el gran exégeta bíblico que muriera hace 457 años, que al llegar a Roma estudió filosofía, matemáticas y lingüística, pese a que su profesión más importante fue la medicina. Profesión que no le alcanzó para ganar su sustento ni para pagar las deudas contraídas con su hermano Jananel que le ayudó en sus gastos, por lo que tuvo que cambiar de ciudades hasta asentarse en Bologna cerca de los Apeninos, donde al fin pudo dedicarse también al estudio y a la enseñanza de la Torá.
Fiel a su interpretación cercana al texto, nos dice que no hay en los primeros versículos de la parashá una declaratoria respecto al beneficio que nos tocaría por haber cuidado las mitzvot de H’. No hay aquí un enunciado como el de algunos padres o maestros que dicen, “si se van a portar bien, y harán lo que yo les digo, yo les daré un premio”. Los hijos de Israel, dice Sforno deben cumplir con los preceptos por el amor que sienten a D-os, sin pensar en la gratificación y recién entonces recibirán como consecuencia que H’ cumpla con ustedes, su parte del Pacto.
El Pacto será cumplido por H’ en todas las generaciones tal como lo prometiera en Bereshit 17:7: “Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu simiente después de ti en sus generaciones, por alianza perpetua, para serte a ti por D-os, y a tu simiente después de ti”.
Es producto del contacto directo entre H’ y el pueblo de Israel. Contacto que es eterno, imperecedero e indestructible. Tal como aprendemos de Kohelet 3:14: “He entendido que todo lo que D-os hace, será perpetuo: sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y D-os lo hace, para que delante de Él teman los hombres”.
Hay dos posibilidades de contacto: uno – directo, el otro con intermediación. Los que están en presencia de H’, reciben el reconocimiento en el Mundo por venir y los últimos en forma inmediata. La Torá, nos dice Sforno, recuerda que H’ cuidará de la misericordia que le debe a los Patriarcas, independientemente de cumplir meticulosamente el Pacto signado por Él con el pueblo.
Hay dos maneras de cumplir con un pacto, la una es seguir los procedimientos legales, esperar hasta el último momento, iniciar juicios, discutir, lagrimear, insultar, y al final se cumple. Hay otra, que es el cumplimiento del pacto por amor. No necesita de recordatorios. Se hace con alegría. Con pasión. Cuando hay amor, nadie reclama el cumplimiento de ningún pacto. Ni hace falta. Y, si alguien se atrasa, el otro sabe que no fue por mala voluntad. Espera incluso hasta el mundo venidero.
Veamos –dice Sforno- los versículos de la parashá anterior: “Conoce, pues, que H’ tu Señor es D-os, D-os fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta las mil generaciones” (9:7).
Como vimos más arriba Sforno al final encuentra su lugar en la ciudad de Bologna donde se asienta pero su comunidad, como tantas otras en el mundo y en la historia judía, se divide en grupos y ello le afecta personalmente provocándole un grave dolor. Pero, el sabio, médico de cuerpos, es también curador de almas y es optimista acerca del fin de los conflictos entre su propia gente.
Para poder llegar a los objetivos entiende es necesario cumplir con la Ley, con el Derecho, con las Normas.
“El rey que actúa con justicia afirma la Tierra”; cita a Mishle 29:4, para entender sus caminos y para ilustrar los nuestros.
“Cuidarán de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno hoy, para que vivan, sean multiplicados y entren a poseer la tierra que H’ prometió con juramento a sus padres”, leímos en el primer versículo del octavo capítulo de Devarim, sin desesperar, con fe y con amor, ya que en su momento llegará el cumplimiento de la Promesa Divina.
En nuestros días, esta lectura simple del texto según el gran comentarista italiano, no ha perdido actualidad.
Seguimos discutiendo aquí en Israel y en cada uno de los países de la Golá, cuándo se podrá ver cumplido el compromiso divino. Exigiendo siempre a la Otra parte lo que no somos capaces de exigirnos a nosotros mismos, nunca además satisfechos por lo obtenido, y por lo general incapaces de verlo.
Es una muestra de falta de fe, sin duda, pero, peor aún, es una demostración de la falta de amor incondicional. Nos quejamos del concepto del temor reverencial, y exigimos poder servir con amor. Pero, el temor, como el dolor, esos medios defensivos tan importantes nos han abandonado, pensando que somos superhombres, y por ello fracasamos y no somos capaces de defendernos de nuestros enemigos externos ni de aquellos que nos acosan desde dentro de nosotros mismos. Pero, al amor no hemos llegado ni por lejos.
De pronto pensamos que nuestros triunfos y alcances son producto de nuestra propia capacidad sin entender que los hemos recibido como don o que nuestros fracasos son consecuencia de habernos quedado solos, abandonados de la mano de H’.
Y viene nuestra parashá y nos convoca a entender la importancia de la normatividad y de nuestras obligaciones en el pacto bilateral que firmamos, para cumplir con amor nuestras obligaciones sin esperar el premio, sabedores que el pacto es eterno.
El vehaia del shemá que nos aparece en la parashá nos obliga a elegir.
Y si eligiéramos correctamente, (Devarim 11: 22-25), -“… si guardaren cuidadosamente todos estos mandamientos que Yo les prescribo para que los cumplan, y si amaran a H’, su D-os, andando en todos sus caminos y siguiéndolo a Él, H’ también echará de su presencia a todas estas naciones, y desposeerán a naciones grandes y más poderosas que ustedes. Todo lugar que pise la planta de su pie será de ustedes… Nadie se sostendrá delante de ustedes; miedo y temor de ustedes pondrá H’, su D-os, sobre toda la tierra que pisen, como Él ha dicho”.
Esta es la bendición por el amor. Este es el refrendo y la revalidación del Pacto.